El Alcohol y la destrucción del
ser humano
Teotihuacán en Línea/Edomex en Línea. A raíz del Día
Internacional del tabaco, autoridades han olvidado que accidentes de auto,
asesinatos, violencia intrafamiliar, maltrato femenil, traumas, cirrosis,
delirios y muerte son provocados por el alcohol, siendo considerado mil por
ciento más peligroso que el tabaco.
De acuerdo con la clasificación internacional de la
Organización Mundial de la Salud (ICD 10), se considera que el consumo de
alcohol es perjudicial cuando provoca daño mental o físico. No solo afecta a
las personas, sino que también afecta a la familia, las relaciones laborales y
a la sociedad en su conjunto.
El consumo de alcohol no controlado, puede llevar a una
condición llamada “Desorden por abuso de alcohol”, que se define como un
trastorno neuropsiquiátrico crónico y recurrente. Éste se caracteriza por un
uso compulsivo de alcohol e incapacidad de controlar su ingesta.
Existen condiciones genéticas y ambientales: los hijos de
padres alcohólicos -incluso siendo adoptados por otras familias- tienen un
riesgo, al menos, 3 veces mayor que la población general de hacerse
alcohólicos.
Una de las características más relevantes del consumo de
alcohol es el efecto de tolerancia, que significa necesidad de mayor consumo
para obtener el mismo efecto. Otra es la dependencia, que es la necesidad
imperiosa de consumir.
Posteriormente, a mayor ingesta, produce depresión en el
sistema nervioso central con pérdida de control, llegando incluso al coma
etílico. En esta última condición, puede determinar una pérdida del freno
social, situaciones de violencia o ser causa de accidentes en la conducción por
pérdida de reflejos.
¿Qué es una bebida alcohólica y
cómo medir su consumo?
Es aquella que en su composición contiene en alguna medida
alcohol, habitualmente de tipo etílico. Existen las producidas por fermentación
como los vinos y cervezas, y las producidas mediante un proceso artificial de
destilación, conocidos como licores fuertes, que incluyen pisco, whisky, ron,
entre otras. El grado de alcohol que contienen es variable, y mayor en bebidas
que provienen de la destilación en comparación con las producidas por
fermentación.
El consumo excesivo puede resultar en un riesgo agudo e
implica para un adulto beber, al menos, 4 tragos en mujeres y 5 en hombres
(alrededor de 50 a
60 gramos)
en un período corto de tiempo (2 horas). Habitualmente, esto lleva la
alcoholemia (nivel de alcohol en la sangre) a niveles cercanos a 0,8 gramos por litro.
Una vez ingerido, el alcohol es metabolizado por el estómago
mediante una enzima denominada alcohol deshidrogenasa láctica. Esta enzima es
variable en cada persona y está presente en menores cantidades en mujeres.
Aproximadamente el 20% del alcohol ingerido es absorbido en
el estómago, y el resto pasa rápidamente al intestino delgado, desde donde es
llevado por el torrente circulatorio hacia el hígado para sufrir una segunda
metabolización.
Este órgano tiene una capacidad enzimática limitada, y el
ingreso de grandes cantidades de alcohol genera una sustancia nociva llamada
acetaldehído, responsable de la toxicidad.
El alcohol metabolizado se distribuye al resto de los
órganos, principalmente al cerebro, donde produce inicialmente inhibición y
relajación, efecto responsable en gran parte de la adicción. Al aumentar el
nivel de alcohol en la sangre, se inicia una fase de depresión del sistema
nervioso central que puede llevar al coma, e incluso la muerte.
Puede afectar no sólo al hígado y al cerebro, sino que
también llega a la gran mayoría de los órganos. Una pequeña proporción del
alcohol es excretada por la orina y la respiración, lo cual permite detectarlo
a través del aliento.
¿Qué daños produce?
Existen efectos relacionados al consumo excesivo y a largo
plazo del alcohol, incluyen enfermedades crónicas, como la cirrosis hepática,
pancreatitis, enfermedades cardiacas, demencia y cánceres.
Hígado: El daño producido
por el alcohol es silencioso. El desarrollo de la enfermedad es amplio, desde
hígado graso, hepatitis alcohólica, cirrosis y cáncer al hígado. Casi el 90% de
los pacientes con consumo excesivo de alcohol tienen, al menos, hígado graso.
Posteriormente, se produce inflamación con desarrollo de hepatitis alcohólica,
luego viene fibrosis y se establece la cirrosis, condición que es irreversible
y de mal pronóstico.
El hígado graso se produce por la acumulación de lípidos en
las células hepáticas, y es reversible con la abstinencia. Si la cantidad de
consumo de alcohol es muy exagerada, puede producirse hepatitis alcohólica, es
una inflamación aguda del hígado que corresponde a una enfermedad grave con
riesgo de muerte.
El consumo crónico por años produce inflamación y fibrosis
del hígado que constituye la cirrosis: el hígado pierde la capacidad de cumplir
sus funciones con desarrollo de complicaciones y, en estados avanzados, eso
lleva a la muerte o trasplante.
Cáncer: El alcohol es
considerado un cancerígeno, y numerosos estudios han demostrado una relación
directa entre el consumo de alcohol y la aparición de cáncer, de hígado,
laringe, mama, estómago y colon.
Embarazo: El alcohol es
un teratógeno, capaz de producir daño al feto, y es una de las principales
causas de retraso mental, aunque el consumo sea continuo u ocasional incluso
con dosis bajas. Existen numerosos daños en el recién nacido, cuya expresión
máxima es el síndrome fetal alcohólico.
Otros órganos: No sólo el
hígado resulta dañado por el consumo de alcohol. Puede producir pancreatitis,
cardiopatías, insomnio, demencia, disfunción eréctil, desnutrición,
alteraciones en el metabolismo como la disminución del nivel de glicemia en
sangre (hipoglicemia), elevación de ácido úrico (hiperuricemia) y aumento del
nivel de triglicéridos en sangre. A nivel muscular puede producir inflamación
(miopatías), también epilepsia y delirium, finalizando con la muerte