Sofía una historia, con un final feliz
LA COLUMNA ROTA/ FRIDAGUERRERA VILLALVAZO
Diariamente, historias como la que hoy compartiremos no
tienen un final feliz. Afortunadamente Sofía, logró salir con vida de lo que
fue una de las más aterradoras de sus tardes. Las mujeres siguen siendo
asesinadas en este país, pocas logran salvarse, y de pronto pareciera que la
vertiente de violencia nos obliga a olvidar rápidamente los temas que por días
o semanas nos ocuparon.
Sofía nos hizo llegar su historia con final feliz, además de
la importancia de autocuidarnos, y ser empáticos con el resto. Las historias de
mujeres que han sobrevivido la violencia de pareja son las que mayormente nos
llegan. Ésta, es la historia de la violencia que vivimos a diario en las
calles, cuando salimos a trabajar, a la escuela, o a divertirnos. Sí las cosas
aún no pintan para sentirnos relajadas, aprendamos de las narraciones de estas
mujeres valientes que afortunadamente pueden contarlo en vida.
¡Hola Frida, espero que estés muy bien!
He leído un poco de tu trabajo y me gusta mucho el enfoque
que le das, más con el último artículo que publicaste y que habla de una
historia diferente.
Si bien no sé cuál hubiese sido el desenlace, algo en lo
profundo de mi corazón me dice que no acababa bien si no peleaba, pero mi
historia tiene un final feliz.
Te comparto algo que escribí recién había pasado todo, lo
compartí en mis redes sociales para que mis amigos y familia estuviera mucho
más atenta y de verdad espero que lo que experimenté le sirva a alguien para
que no pase por lo mismo.
Al menos el lugar donde trabajo se ha vuelto muy seguro pues
reforzaron la seguridad, aun así han incumplido algunos compromisos después de
lo que me pasó, ni siquiera me ha buscado la administración pero ese es un pendiente
que resolveré más adelante, seguramente será otra historia.
Fuerte y valiente son dos palabras que mi papá me regaló y
que se reafirmaron el 31 de octubre.
Dudé en compartir lo que me pasó porque fue un momento muy
difícil para mí y para mi familia, pero por lo que viví considero importante
contarlo, porque si esto puede ayudar a alguien más, entonces tendrá sentido.
El miércoles 31 de octubre de 2018, salía de mi oficina,
acababa de dejar a unos compañeros porque regresábamos de un viaje de trabajo,
había una salida a unos metros pero por querer llegar antes a casa bajé un
sótano de mi edificio y tomé otra salida, saqué la tarjeta del estacionamiento,
bajé el vidrio, había quedado un poco lejos de la máquina lectora y observé que
se acercó una persona. De inicio pensé que era alguien del estacionamiento que
me iba a ayudar pero me equivoqué, era un sujeto que me empezó a gritar, abrió
la puerta mientras otro se subía en el asiento trasero, a gritos y empujones me
obligaron a pasarme al asiento del copiloto, todo estaba siendo muy confuso
pero en un momento de claridad les pedí que se llevaran el carro pero que me
dejaran ir, me dijeron que no, que me iba con ellos y que me tranquilizara o me
iban “a quebrar” me pedían las llaves, la tarjeta, yo les decía que estuvieran
tranquilos, que iba a cooperar, me pegaron en la cabeza y me patearon.
Pensé en mi esposo y en dónde me iba a buscar, pensé en mis
papás y en mi hermano con el corazón roto por no poder encontrarme, pensé en
mis cachorritos y me pasó por la cabeza que tal vez nunca los iba a volver a
ver, entonces para mí todo era muy claro, TENÍA QUE BAJARME DEL CARRO, TENÍA
QUE LIBERARME. El sujeto que estaba en el asiento trasero tenía una pistola que
pasaba enfrente de mí, así que agarré su mano, la que empuñaba la pistola, y lo
obligué a detonar el arma apuntándole al piloto, el carro olía a pólvora,
empecé a ver si algo le había pasado al hombre que estaba en el asiento del
piloto y como no lo vi herido. Eso me dio más confianza para patalear y gritar
con mucha fuerza, no sé bien qué pasó, no sé si fue el disparo, mis gritos o
que no pudieron arrancar el carro lo que los obligó a escapar. Bajé corriendo
del carro hacia el estacionamiento y pedí ayuda.
Por los golpes en la cabeza estuve hospitalizada dos días.
Las enfermeras, mi familia, mis amigos dicen que soy muy afortunada y sí. No sé
qué hubiera pasado si me hubieran llevado. No sé qué hubiera pasado si el
disparo va hacia otro lado. No sé por qué no pudieron arrancar el carro. No sé
qué los asustó.
Me gusta pensar en la idea de que el ejército de angelitos
que tengo en el cielo bajó a protegerme. Ahí estuvieron mis abuelos, Lucero,
Bety, mi amigo Conejo, Brisa y todos los niños, que he conocido a través de las
Asociaciones con las que colaboro, y ya partieron. Me aferro a la idea de que
me pasó a mi porque me podía defender, tal vez si le hubiera pasado a alguien
más, no habría sido tan afortunada.
Hay muchas reflexiones después de esto:
- Tenemos que estar mucho más atentos, no nos distraigamos
con el celular, tengamos atención total en lo que estamos haciendo. Un segundo
de reacción puede hacer la diferencia.
- Avisemos a nuestra familia en dónde estamos, hacia dónde
vamos.
- Usemos las herramientas que tenemos a nuestro alcance. Yo
cuando cambié de celular dejé de compartir mi ubicación en tiempo real. Incluso
mi carro tiene un botón de emergencia que no usé.
- Seguir tu intuición, cuando me dirigía a la salida, dudé
mucho para decidir qué salida tomar.
- Ayudemos a los demás. Cuando me pude bajar del carro ya
había autos detrás del mío. No puedo asegurarlo, pero no escuché ningún claxon
y no vi que alguien hiciera algo. Sé que es difícil porque nos asustamos, hasta
tardamos tiempo en entender qué está pasando, pero si vemos que alguien está en
problemas, sin comprometer nuestra seguridad, tomemos placas del vehículo,
marquemos al 911.
- AGRADECER por un día más, porque tenemos vida porque
tenemos aire en los pulmones, porque podemos caminar.
MI FE NO SE QUEBRANTA ANTE ESTO, MI FE SE VUELVE MÁS SÓLIDA,
MI AMOR POR LA VIDA ME MANTIENE AQUI Y MI SENTIDO TOMA MAS FUERZA: SER FELIZ Y
SERVIR A LOS DEMÁS.
No me robaron nada, pero sí, me robaron tranquilidad y paz,
pero también gané más conciencia, fe y más amor por mi vida. A meses de lo que
me pasó sigo con secuelas, además del miedo ocasional, estoy en un tratamiento
de un par de meses con pastillas para no convulsionar, no puedo viajar, no
puedo tomar café ni consumir chocolate ni bebidas alcohólicas, sé que soy muy
afortunada, que el daño fue mínimo, aun así, hay dolor no solo físico, también
emocional, miedo y tristeza por la situación que prevalece en mi país.
Un abrazo y felicidades por lo que estás haciendo.
junio 2019
Ven cuéntanos tú historia, ¡viva!, ¡Aún puedes hacerlo!
Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo. De una
mujer víctima de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio búscame,
ayúdame a visualizarlas y contar su historia, o mándanos tú historia y ayuda a
que más mujeres sepan cómo salir de eso. Voces de la Ausencia.
@FridaGuerrera
fridaguerrera@gmail.com