Aideé: ¿Lloramos solos?
“La verdadera gloria está en los libros que leemos, las
películas que aplaudimos, y en las muchas veces que bailamos, pero no bailamos
solos, ¡nunca bailamos solos! Esto es la fiesta de lo colectivo...”
LA COLUMNA ROTA/ FRIDAGUERRERA VILLALVAZO
El 26 de abril de 2019, acudimos a dar una charla a alumnado
del Colegio de Ciencias y Humanidades plantel Oriente, (CCH Oriente), por
segunda ocasión en el semestre que recién concluyó. Desde 2017 iniciamos un peregrinar por abrir puertas
en estos espacios, puertas que no ha sido sencillo abrir, pero que gracias a
varias aliadas y aliados hemos logrado traspasar y llegar a esas semillas
vivas, que son quienes forjaran los
cambios para que esta sociedad empiece a entender que la realidad nos ha
alcanzado a todos, y que en los que recae destrozar la indiferencia, atajar la
violencia, y retomar los valores, es en ellas y ellos, los jóvenes y jovencitas
hartas de vivir con miedo.
La respuesta es la misma en cada escuela pública y privada
que hemos visitado, una juventud llena de miedo, de falta de guía, una juventud
violentada en casa, en la calle, en sus relaciones de pareja, con maestros, con
sus padres. Jóvenes y jovencitas que sobreviven sorteando la vida.
Los hechos del 29 de abril en ese espacio que trastocó otro
de los lugares “seguros”. La escuela, nos desbarató el alma otra vez, una
noticia que la mayoría en medio del sensacionalismo conocimos, en todos los
medios informativos nacionales e internacionales estaba la nota, la especulación,
el fugaz reflejo nuevamente puesto en los ojos de una mujer, una niña menos,
los reflectores instalados en una familia que se suma al dolor de miles.
Hoy daremos espacio a la pluma, la voz, el dolor de una
joven, llena de miedo, de dolencia. Pero al mismo tiempo una narrativa que debe
ser leída en voz alta, porque representa a esa juventud que ya no está
dispuesta a seguir hundida en lo cotidiano de la violencia. Demos paso a estas
voces, las voces de la juventud que a diario está siendo asesinada, en todos
los contextos de su vida.
¿Lloramos solos?
El pasado 29 de abril del 2019, Aideé Mendoza J. Fue
asesinada en las instalaciones del Colegio de Ciencias y Humanidades plantel
Oriente, una bala terminó con sueños e ilusiones a mitad de una clase, la negligencia
médica se encargó de echar a la basura esperanzas. La ineptitud de autoridades
universitarias pulverizó el recuerdo digno de una de sus estudiantes; la apatía
y el desinterés de las masas está dejando en el olvido un pesar inexplicable,
una injusticia que parece quedará en el aire como muchas otras.
Entender la gravedad de este suceso implica entender a su
vez que el asesinato de una estudiante a plena clase jamás deberá ser visto
como algo “normal”, algo que puede volver a pasar, y que debemos dejar en el
olvido.
Hablar sobre un feminicidio se ha vuelto “rutina” en nuestro
país. Tendemos a repetir los patrones una y otra vez, normalizamos la violencia
como si de comer algo desagradable pero sano se tratase. Creemos que no queda
de otra, que un cambio no existe, que no nos afecta sólo porque no nos pasa
directamente.
Es el discurso que nos han venido a vender desde hace un par
de años, y que muy bien hemos comprado.
Son muchos los consumidores del discurso y pocos somos los
condenados: los desaprobados por nuestras conductas y acciones, somos lo
inmoral y lo censurable, somos símbolo de desgracia y dignidad, la oposición de
lo moral. Somos la insaciable justicia, somos los zapatos del otro.
Aideé será recordada por muchos como la chica asesinada dentro
de CCH Oriente, generaciones recordarán algún día que su escuela estuvo
custodiada por la PGJ por un par de días tras la muerte de una chica sin
relevancia...
Aideé es más que el próximo mural que ocupará una pared en
el plantel, es más que la ofrenda en la explanada, y todas esas flores. Ella
siempre será más que la representación de una irresponsabilidad de la
universidad y del estado, será más que la joven de orígenes indígenas que llegó
a la ciudad con la ilusión de salir adelante.
Aideé será la persona que me marcará por el resto de mi
vida, y este será el inicio un porvenir con memoria hasta el resto de la lucha.
“Por qué el color de la sangre jamás se olvida...”
Hasta siempre.
Caro Cox.
Los ojos llenos de lágrimas, de confesiones, juventudes
temblando que buscan respuestas, certeza, que buscan apoyo en adultos; muchos
de ellos incapaces de otorgarles la guía necesaria para amarlos con reglas,
límites, consecuencias y, sobre todo seguridad. Es lo que encontramos cada vez
que al terminar nuestra intervención les hacemos saber que no cobramos ni un
centavo por esas charlas y que nuestro pago son abrazos, entonces en la mayoría
de estas Instituciones decenas de alumnas y alumnos, se abrazan a la esperanza
de saber que podemos, si así lo queremos dejar de hablar de feminicidio, dolor,
violencia, y, también por qué no, lograremos reaprender a comunicarnos sin un teléfono de por medio.
Creando la conciencia de que o volvemos a importarnos o vamos a seguir viendo
como a diario nos siguen aniquilando.
mayo 2019
Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo. De una
mujer víctima de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio búscame,
ayúdame a visualizarlas y contar su historia. Voces de la Ausencia.
@FridaGuerrera
fridaguerrera@gmail.com