Como reflexión
“La ceguera también es esto, vivir en un mundo donde se ha
perdido la esperanza”.Saramago.
LA COLUMNA ROTA FRIDAGUERRERA
VILLALVAZO
Teotihuacán en Línea. Semana a semana en este espacio publicamos la historia de
vida de mujeres y niñas que han sido desaparecidas o víctimas de feminicidio,
solamente en una ocasión hemos compartido la historia de una mujer viva que
supo y pudo librar la violencia feminicida. Lo hacemos con el objetivo de crear
conciencia en quienes nos favorecen con su lectura.
La columna de hoy es un llamado a la reflexión, luego de los
hechos que se dieron en San Isidro Tlahuelilpan, Hidalgo, hechos que nos
cimbraron a algunos, y a otros les alegró porque los encuentran responsables
por “robar”. Sin embargo, mostró la miseria humana en la que como sociedad nos
hemos convertido.
El 13 de enero de 2019, en tramo de la Autopista
Tinajas-Cosoleacaque en el Estado de Veracruz, decenas de personas
conglomeradas atacaron a un tráiler accidentado que transportaba reces muchas
de las cuales fueron robadas vivas, otras destazadas en el mismo lugar, el
escenario era dantesco, nos horrorizó a algunos, nos indignó además por los
animales, por la ruindad de esos seres revolcados en un festín de carne. El 18 de enero de 2019 otra escena nos volvió
a cimbrar, centenas de personas reunidas en torno a una gran fuente de
gasolina, si eso que las últimas semanas se ha convertido en un suplició para
la mayoría de los que habitamos este México lleno de corrupción, y, que ahora
el nuevo gobierno está tratando de terminar, no permitiendo más robo del
preciado líquido, desde las más altas esferas que son las que han perpetuado la
pobreza, la marginación y la corrupción.
Lo que siguió después todos los sabemos, decenas de personas
corriendo envueltas en llamas, dolor, gritos, desesperación, un escenario una
vez más apocalíptico, durante horas pasábamos de una emoción a otra,
permanecimos adheridos a las redes sociales, no nos despegamos de los medios de
comunicación que estoicos como Héctor Zamarrón, dieron parte hasta ya entrada
la madrugada de los hechos, los primeros números de personas muertas,
conferencias de prensa, el dolor de pensar en el desconsuelo de decenas de
familias.
Ese dolor me hizo compartir un comentario en mis redes
sociales “Mi corazón con la gente de Tlahuelilpan”. Como raras veces sucede y
eso que a diario publico la documentación del día de Feminicidios, homicidios
de mujeres, de niños y cédulas de búsqueda de mujeres desaparecidas en esta
ocasión los comentarios caían uno tras otro, desde “lo siento solo por los
inocentes niños que estaban ahí”, hasta tacharme de justificar a vulgares
criminales que se merecían lo que les pasó. Mucha gente terminó bloqueándome
indignada, otras tantas fueron eliminadas de mi muro personal, cuando se les
pedía un poco de compasión, reviraban con comentarios de “qué bueno se lo
buscaron”, “para que son pinches rateros”, y un sinfín, que no pararon hasta
que cambié la privacidad y la deje exclusivamente para mí.
Una vez más ratifique con los dos hechos mencionados; que no
son más que pequeñas muestras de la sociedad que somos, sociedades faltas de
tolerancia a la frustración, dónde decenas que lo necesiten o no, si tienen
algo que saquear de manera fácil lo toman sin medir las consecuencias de lo que
puede suceder con sus actos.
La lógica la usamos todos, o sería lo ideal, sin embargo,
pocas personas ya se toman el tiempo de analizar, valorar, detenerse, utilizar
lo que se supondría ya aprendimos con el pensamiento lógico. Que dirían los
grandes estudiosos (Piaget, Vygotsky) del tema, lo desarrollamos durante
nuestra segunda infancia, y consolidamos ya entrada la edad adulta, la
capacidad de discernir entre el bien y el mal, el saber detenernos y abrir el
abanico de posibilidades (consecuencias) que nos traerán los acciones que
tomamos a diario. Sin embargo, todo indica que gran parte de esta sociedad ya
perdió esos procesos cognitivos. Esa
sería tal vez la respuesta del porque es tan sencillo para un montón de
personas “caer en la tentación”, y tomar las cosas que claramente no son suyas.
Por otro lado, los lamentables hechos del viernes 18 de
enero en Tlahuelilpan, nos mostraron la otra cara de la sociedad que pareciera
son mayoría, la que se regocija por los “calcinados”, la que condenan, la que
se sienten perfecta, la que señala a los “pobres”, pero que nada hicieron
durante años ante la corrupción que vivimos y que agachados aprendieron a
callarse, la que se atrevió a crear “memes”, a reproducirlos, a hacer juicios
totalmente condenatorios contra todas esas personas, dejó entrever que dejamos
de ser la sociedad solidaria que éramos. A quienes nos empatamos al dolor de
esas familias nos acusaron de todo, particularmente me cuestionaron, que
entonces, ¿para qué?, denunciaba feminicidios, que era lo mismo, que entonces
los asesinos no eran culpables, pobrecitos. (Sic)
Para qué hacer un paréntesis en las historias que cada
semana le redactamos, ¿por qué hablar de estos lamentables hechos en una
columna dedicada al feminicidio?, Porque justo desde el viernes me cuestiono,
¿será que de verdad estamos creando conciencia?, o solo alimentamos a esa
sociedad perfecta que criminaliza a las mujeres que a diario asesinan,
¿realmente estamos dando a las nuevas generaciones la capacidad de sentir el
dolor de estas familias, de saber que pueden ser la próxima?
Los cuestionamientos son muchos, sin embargo, es imperioso
replantearnos. Hacía dónde nos dirigimos como sociedad, vamos o ya somos esa
sociedad que claramente describe, José Saramago, en “Ensayo sobre la ceguera”.
En esta novela Saramago nos habla de un pueblo entero que. No son ciegos. Están
ciegos; en una comunidad se produce una epidemia de ceguera que afecta a toda
la población. Es una plaga contagiosa que de pronto paraliza la vida y de
inmediato la ciudad se queda a merced de quienes determinan sus vidas, los
gobernantes; los habitantes están ciegos, se mueven como autómatas, reciben
órdenes que cumplen sin preguntar, sin oponerse, la sociedad se envuelve en un
letargo colectivo cuya metáfora es la “supuesta” ceguera que los llena de
pánico, se van convirtiendo de apoco en almas endurecidas por la maldad. “Ante la muerte, lo que se espera de la
naturaleza humana es que los rencores pierdan su fuerza y su veneno”; es una de
las muchas frases de este libro, sin embargo, tristemente a diario nos damos
cuenta de que no.
Detengámonos como sociedad, entendamos que hace muchas
generaciones perdimos la capacidad de asombro, que los valores con los que
algunos crecimos dejaron de existir, que conforme más avances tecnológicos
tenemos, nos alejamos más del ser humano, aceptemos que nos hemos convertido en
masas que responden a la inmediatez, a lo fácil, a lo que no nos genera el más
mínimo esfuerzo, tanto así que ya no pensamos en las consecuencias de nuestras
decisiones, y por eso hay a quienes se les hace fácil, matar, violar,
desaparecer, condenar, y alegrarse o justificar las desgracias de los otros.
Es por ello que a diario violan, asesinan mujeres, niñas,
niños, sin miramientos, sin castigos, porque estamos a merced de la ceguera que
a diario nos carcome no los ojos, la conciencia.
No sé piénselo
enero 2019
Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo. De una
mujer víctima de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio búscame,
ayúdame a visualizarlas y contar su historia. Voces de la Ausencia.
@FridaGuerrera
fridaguerrera@gmail.com