Luchadores de plástico: La
lastimada tradición del juguete mexicano
Teotihuacán en Línea. A raíz de la llegada de los Reyes
Magos, como la gran industria lo exige, todo niño puede adquirir sus juguetes
exhibidos en los anaqueles de tiendas departamentales a precios inflados.
Sin embargo, México ofrece a sus niños una tradición que se
traduce en horas de divertimento y fantasía: Los luchadores mexicanos.
Pese a constantes intentos de ser introducidos en el mercado
con figuras más costosas de acabados detallados, encuentran en la tradición
juguetes de manufactura rústica y tradicional sus representaciones más
populares, figuras casi idénticas que respaldan su éxito más en la imaginación
del infante que en su propia hechura.
Luchadores de plástico
El auge que el cine mexicano inyectó a la lucha libre
convirtió en los años 50 a
estos personajes acrobáticos ataviados con vestimentas multicolores y en
ocasiones con máscaras que representan un ícono de relación con México en todo
el mundo, se materializó en las sonrisas de pequeños infantes que durante la
misma década tuvieron al alcance de sus juegos estas figuras de costo reducido.
Su pose imita a uno de los grandes ídolos de las masas: “El
Santo”, luchador con careta color plata cuyas aventuras más fantásticas ocurrieron
en el cine cuyos filmes e historietas sobrepasaron fronteras y formaron la
concepción del superhéroe mexicano. En un principio también se encontraba una
figura que hacía referencia a Blue Demon, identificable por su musculatura más
prominente, sin embargo ha dejado de ser fabricada en general.
El luchador era un ser tangible que podía ser visto en
acción directa en las arenas de toda la república que parecía alimentar su
fortaleza de gritos y vivas que la audiencia fúrica desataba en los espectáculos
nocturnos.
El juguete
La fabricación de estos juguetes ha traspasado fronteras
geográficas y temporales, aunque es importante mencionar que en recientes
fechas es cada vez más difícil encontrarlos. Ya sea porque ante la competencia
de juguetes extranjeros toda la industria del juguete en México se encuentra a
punto de colapsar como resultado de prácticas comerciales desfavorables, y
también como consecuencia de que el desarraigo a las tradiciones mexicanas
sociales es cada vez mayor.
El luchador de plástico es uno de los juguetes más baratos
que se pueden comprar en los mercados mexicanos. En la ciudad de México, se
pueden encontrar en el Mercado Sonora en un costo que va desde los diez hasta
los veinte pesos en paquetes de diez a quince unidades.
Se caracterizan por contar con acabados prosaicos hechos a
mano que emulan ya sea a figuras antiguas de la lucha libre, y también a
profesionales de esta práctica deportiva contemporáneos, todos en la misma pose
diferenciados por una pintura de calidad humilde y fácilmente desprendible y en
ocasiones también se puede encontrar en venta un ring de madera que completa la
faramalla luchística mexicana y sirve de escenario perfecto de juego para los
niños que disfrutan de estos juguetes.
Fábricas clandestinas
En la actualidad estos juguetes son realizados en fábricas
pequeñas generalmente dirigidas por familias que se mantienen de la venta de
estos juguetes sin mucho éxito, por lo que su venta se encuentra en peligro de
desaparecer.
La gran parte de estas fábricas opera en la clandestinidad,
en algún lugar de las inmediaciones de Tepito, una de ellas esconde tras la
fachada de una casa, moldes y ollas funcionan a diario para crear este tipo de
juguetes. Como muchas otras, esta fábrica opera sin registro alguno puesto que
el pago de impuestos haría inviable la continuación de esta tradición debido a
los pocos ingresos que se generan, según lo afirma su dueño cuya identidad se
debe proteger debido a la naturaleza del inmueble.
Pequeños espacios apenas separan el área de fundición de la
de los moldes, enfriado, pintado y empaquetado, todo ello en escasos dos
cuartos y un baño, que constituye el total de la propiedad. Tres personas se
reparten las funciones, de las que el empaquetado es al parecer la más
sencilla. Sobre la mesa de madera en la que se realiza esta función se observan
distintas etiquetas, "Guerreros luchadores", "Héroes del
Ring" y "Héroes de la
Lucha Libre" son colocados por igual para evitar la
identificación de una fábrica como tal.
Su tamaño actual oscila entre los ocho y 12 centímetros de
altura y en ocasiones presentan una capa de plástico y diseños especiales que
agregan desde pelucas hasta modificaciones en el diseño general de la figura de
plástico.
El mayor adversario que enfrentan estos juguetes resulta del
desinterés de los infantes que quizá como consecuencia de sus acabados humildes
encuentran cada vez menos atractivos a estos juguetes. Esto aunado a los problemas financieros que la industria
mexicana atraviesa por el incremento constante de impuestos y la desmedida
competencia generada de la importación de productos diversos del extranjero,
parece inminente que a mediano plazo se dejen de encontrar estos juguetes en
los mercados y comercios humildes del territorio nacional