El jugador de cartas. Francisco Botero, 1996.
Columna: Tomarse un descanso, ¿es un acto de rebeldía?
“El hombre no es sólo un ser biológico, sino también un ser
psicológico y espiritual.” Víctor Frank, psiquiatra y filósofo austriaco.
Mixcoatl Vidales. Después de un sin número de investigaciones sociológicas y
análisis filosóficos, el pensador surcoreano Byung-Chul Han, en su libro “La
sociedad del cansancio”, plantea una crítica muy atinada en torno a nuestros
actuales modos de vida. El escritor afirma que, hoy por hoy la dinámica de la
modernidad tardía, el capitalismo globalizado y la actualización permanente de
las nuevas tecnologías, hacen que nuestras sociedades sean sociedades del
rendimiento.
La autoexigencia o el llevar al límite nuestras capacidades
físicas, intelectuales y/o espirituales, se han convertido en la forma
socialmente correcta de vivir. Somos amos y esclavos de nosotros mismos, en un
mundo convulso, en el que quien no da resultados materiales, medibles,
cuantificables y objetivamente aceptables NO EXISTE, pues no funciona y no
produce.
En ese sentido, ¿cuáles son los efectos psicológicos,
físicos o morales en nuestro ser debido a que nos explotamos a nosotros mismos
en función de alcanzar un mayor rendimiento? Inevitablemente, nos hacemos
proclives al deterioro de nuestra salud física y sobre todo mental (depresión,
ansiedad y demás trastornos).
El exceso de actividad, la alta presión sobre uno mismo y la
sensación de fracaso, producen agotamiento y pérdida del sentido. Y lo
anterior, impacta si o si en la armonía de nuestras comunidades; fragmentando
espacios colectivos, generando cansancio y aburrimiento social e individual.
Luego entonces, ¿qué hacer frente al ritmo tan vertiginoso de nuestra
cotidianidad? Hay que descansar.
Ahora bien, ¿qué significa descansar? Al margen de lo que
vulgarmente podríamos pensar, descansar no significa perder el tiempo.
Justamente por esa concepción errónea es que mucha gente ve mal el tomarse una
pausa en su día a día, al considerar que a raíz de ello podría dejar de ser
productivo, redituable y socialmente reconocido.
Y si bien, dados los altos niveles de desigualdad social en
el país, se podría pensar al descanso como un lujo propio de las clases
económicas con mayor poder adquisitivo; hay evidencia científica que muestra
que, en naciones con altos niveles de desarrollo y calidad de vida, sus
ciudadanos cuentan con el tiempo necesario e indispensable para realizar alguna
actividad de crecimiento personal.
Descansar, contrario a lo que podríamos pensar, es también
una oportunidad para replantearnos cómo es que queremos vivir el tiempo que nos
quede de vida. Detener nuestra rutina, nos permite procesar duelos, desahogar
nuestras dolencias emocionales, dar tratamiento a nuestra mente, cuidar nuestro
estado físico, convivir con nuestras personas amadas, reordenar nuestras
prioridades, iniciar nuevos proyectos, y en concreto: darle sentido y rumbo a
nuestra existencia al permitirnos reencontrarnos con nosotros mismos.
El descanso no es la excepción, es la regla. Y en una sociedad tan absorbente, darnos una pausa para reanimarnos es un acto de rebeldía, pero anímicamente indispensable, psicológicamente necesario y hasta socioeconómicamente redituable si así lo queremos ver.
Más bien tomarse un descanso es reflexionar tu vida y pensar que no gastas el tiempo en darte descanso al contrario es algo que el cuerpo te pide.
ResponderEliminar