#JusticiaParaChio. Chío no se mudó a Los Cabos pensando que su pareja la iba a asesinar.
Me niego a querer ver la vida de mi hermana tan solo bajo
las trágicas condiciones de su muerte y me niego a aceptar la inevitabilidad de
la situación en la que hoy nos encontramos, como país, como sociedad, como
hombre e individuo. Marco
LA COLUMNA ROTA/ VERÓNICA VILLALVAZO (FRIDAGUERRERA)
Hace algunos días por medio de mis redes sociales estuvieron
contactándome amigas de Chío, para compartir un texto sobre su feminicidio,
como siempre solicitó que sea un familiar directo quien solicité el apoyo, ya
que son los únicos autorizados para hablar de ellas, ser su voz. Fue así que me
contacto Miguel Ángel, uno de los hermanos de Chío, al estar lejos les pedí me
ayudaran con la redacción para concretar la publicación de el siguiente texto.
Rocío Velázquez Santiago o Chío como de cariño le decían
todos sus familiares y amigos, fue hija de María Elena y José Luis, un
matrimonio de muchos años. José Luis y María Elena se conocieron en el centro
de la Ciudad de México en los años 60s, la época del rock and roll.
Se casaron siendo
María Elena aún muy joven, 16 años, por lo que no fue fácil para José Luis, que
era unos años mayor, obtener el permiso de los padres. Mucho pasó en la vida
matrimonial de María Elena y José Luis antes de que llegara Chío. Migraron a
los Estados Unidos buscando oportunidades, tuvieron tres hijos varones,
regresaron a la Ciudad de México, José Luis estableció un exitoso negocio en
México y cuando las cosas ya iban mejor, tuvieron la primera de sus hijas, a la
que separaban ocho años con respecto a los primeros tres varones. Mucho
después, con casi nueve años más de separación, en 1987 llegó la segunda hija:
Rocío, seguida por el último de los hermanos varones tres años después. Seis en
total.
Una forma poco convencional por las diferencias de edades,
pues ¡hay veintitrés años de diferencia entre el mayor y el menor! Sin embargo,
el amor, el cariño y el cuidado que María Elena y José Luis tuvieron por sus
hijos no cambió en absoluto para con ninguno de ellos.
Chío era la penúltima de los hijos, pero al ser la más
pequeña de las mujeres era la bebé de la familia. Alegre, cariñosa, excelente
estudiante, excelente hermana y aún mejor como hija, siempre se preocupó por
estar cerca de sus papás. Chío se graduó en el año 2011 como Licenciada en
Nutrición Humana por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) porque, dicho
por ella misma, quería ayudar a las personas. Trabajó como consultora en
nutrición por muchos años ayudando a mucha gente, cambiando vidas.
Eryck Ernesto y Chío se conocieron mucho tiempo antes de que
entablaran una relación, en aquel momento solo eran amigos. Después de pasar
por un matrimonio fallido con otra persona que terminó en divorcio. Chío se
reencontró con Eryck Ernesto, iniciaron una relación sentimental y decidieron
vivir juntos.
La pandemia, como a mucha gente, afectó significativamente a
Chío en su trabajo como nutricionista en la Ciudad de México, por lo que tuvo
que buscar otras opciones. A principios del año 2021 se le presentó la
oportunidad de un trabajo en el bello puerto de San Jose de los Cabos, Baja
California Sur, y no lo pensaron dos veces, tomaron la aventura de mudarse para
esa ciudad como pareja. El sueño de Chío de vivir en la playa se hacía
realidad.
Su padre, Don José Luis, y otros familiares la visitaron
después de su mudanza. Don José Luis lo hizo poco después que Chío ya se había
establecido y no notó nada anormal. Así suele ser en estos casos, el dolor y el
peligro están ocultos a la vista. Uno de sus hermanos, Miguel Ángel, la visitó
unos meses después, en julio del mismo año, con el pretexto de llevar a la
familia de vacaciones y para que sus hijos visitaran y vieran a su tía Chío. Su
sobrina Paola, la mayor de los sobrinos, que es hija del hermano mayor de Chío,
también la visitó ese verano acompañada de unas amigas. Los Cabos es un lugar
muy bonito para vacacionar y la oportunidad de visitar a la hija, la hermana,
la tía tan querida lo hacía aún más atractivo.
Ninguno de ellos sabía que eran los últimos familiares que la verían con
vida.
Chío no se mudó a Los Cabos pensando que su pareja la iba a
asesinar. Tenía 34 años y muchas metas por cumplir. Los desacuerdos y las
discusiones entre Chío y Eryck Ernesto estaban ahí desde el principio, desde
que vivían en Ciudad de México probablemente, pero Chío era una mujer fuerte
que no se dejaba abusar, lo cual desataba aún más la ira de su pareja. De esto
llegó a comentar algo con su hermana mayor, pero se cuidó de no revelar la
gravedad real para no alarmarla. Cometió el error que cometen muchas mujeres:
pensar que ella sola podía arreglar las cosas.
La tarde del jueves 2 de diciembre del 2021, los familiares
de Rocío recibieron una llamada que ningún padre o hermano quiere recibir. Una
compañera de trabajo de Rocío había sido informada de terribles hechos
ocurridos en la vivienda de su amiga. “Hubo un incendio” le dijeron, “hay una
persona muerta, una mujer”. Esta compañera de trabajo, aun en shock, cayó en la
cuenta de que no tenía forma de contactar a ningún familiar de Rocío, así que
recurrió a las redes sociales. Ella había visto recientemente en Facebook gente
comentar en fotos de Rocío, gente entre los que debería haber familiares.
Contactó a una prima hermana de Rocío, le dio algunos datos, luego esta prima
contactó a Mario, uno de los hermanos de Rocío. Mario entonces se comunicó a
Los Cabos, Baja California Sur, donde Rocío residía desde hacía unos meses. Las
noticias no eran buenas.
La noche del miércoles 1º de diciembre del 2021, poco
después de la medianoche, Chío regresó a la casa donde vivía con Eryck Ernesto
luego de una reunión con una amiga. Los vecinos cuentan que se escuchó una
fuerte discusión entre la pareja. Al parecer las cosas se calmaron porque Chío
todavía envió un texto a su hermana, sobre algún asunto familiar, y parecía
estar tranquila. Ese fue su último texto. A la mañana siguiente, el jueves 2 de
diciembre del 2021, un incendio en la casa atrajo la atención de los vecinos.
Vieron salir a Eryck Ernesto de la casa y al preguntársele este negó que hubiera
alguien más adentro. Alguien se acercó lo suficiente para alcanzar a ver el
cuerpo de una mujer en el suelo y pidieron ayuda, pero ya no fue posible entrar
a sacarla. Eryck Ernesto entonces emprendió la huida.
Eryck Ernesto fue detenido el 05 de diciembre al
cumplimentarse la orden de aprehensión, fue vinculado a proceso y hasta la
fecha sigue el proceso legal en su contra. Durante todo este tiempo la defensa
del imputado ha pretendido liberarlo, afortunadamente los jueces han
desestimado los amparos que se han interpuesto, por lo que las pruebas de la
Fiscalía de Baja California Sur se mantienen sólidas.
El imputado presuntamente habría asesinado de manera muy
violenta a Chío usando un objeto para golpearla en la cabeza y propinándole
repetidas heridas, con lo que se presume fue un cuchillo u otro objeto
punzocortante. Ya estando Chío sin vida, el implicado habría provocado un
incendio en el domicilio para intentar deshacerse del cuerpo y de las
evidencias.
Si hubo algo que se pueda considerar una fortuna que ocurrió
durante ese día de desgracia es que poco tiempo después el sujeto fue
interceptado por una patrulla policial. Los oficiales notaron un comportamiento
errático, nerviosismo y ciertas señales como marcas de pintura y una quemadura
en la mano, y al encontrarse ya alertados del incidente de un incendio
provocado en una vivienda del área decidieron remitirlo para interrogación.
Gracias a la oportuna intervención de esos oficiales, a los cuales la familia
les agradecen, Eryck Ernesto fue puesto a disposición del ministerio público
local y unos días después vinculado a proceso e imputado en el caso de
feminicidio de Chío otorgándosele prisión preventiva justificada. De otra
forma, seguramente hubiera escapado y nadie puede asegurar que ahora estaría enfrentando
preso el proceso penal en curso. Y como siempre lo redactamos, nosotros solo
somos la extensión de sus voces, porque las únicas que pueden hablar por ellas,
son sus madres, padres, hermanos. Aquí las líneas escritas por su mamá, de
Marié (Yaya) hermana de Chío y de Marco, el hermano con quien más convivió con
ella, las líneas de la ausencia.
Querida hija Rocío, estoy muy orgullosa de ti. Quiero que
sepas que para mí fue una experiencia inolvidable ser tu mamá, siempre fuiste
inquieta, con carácter, decidida. Tenaz y perseverante, tus cualidades muchas.
Te esforzaste por estudiar para lograr tus sueños, también fuiste buena hija y
buena hermana y fuiste mucho a tus sobrinos.
No entiendo cómo por
conocer a una mala persona nos cambió la vida a toda la familia que nunca
hicimos nada a nadie. Tenías planes de que fuéramos a vivir a un lugar mejor,
cerca de ti.
El dolor tan grande que sentimos nos acompañará siempre. No
va a ser fácil, pero también creo que a ti no te gustaría vernos así, y yo creo
estás en un mejor lugar cerca de Dios. Todos los días recuerdo algo bonito de
todo lo que vivimos, y con eso quiero quedarme. Sueño contigo y queremos
justicia para ti, te extraño. Mamá.
Somos seis hermanos y lo seremos siempre aunque tú ya no
estés aquí, porque el amor no muere, porque fuimos, somos y seremos 6.
Yo tenía 8 años cuando me enteré que ibas a nacer y que
serías niña, mi hermanita, mi única hermana; esa hermanita a la que podría
cargar y ayudar a crecer hasta que pudiera jugar conmigo; yo me sentía grande y
creía que te podría proteger y cuidar, me gustaba ayudar a cuidarte.
Desde pequeña eras decidida, creativa, imaginativa, muy
activa y aprendías y te movías muy rápido. Cuando empezaste a crecer te
convertiste en un ejemplo a seguir, en una mujer independiente, decidida y
trabajadora.
Como hermana eras incondicional; bastaba con decir “podrías
ayudarme en esto” para que tú dijeras “puedo” y además me alentabas con un “tú
puedes”; me reconociste y me validaste siempre, me hiciste sentir especial y
valiosa. Tu cariño y lealtad es irreemplazable.
Como tía, sabías repartir y dabas a manos llenas a cada uno
de tus sobrinos y les dedicabas tiempo, amor, comprensión y mucha atención.
Cuando nació Patricio nunca hiciste hincapié en su
discapacidad. Siempre agradeceré tu aceptación plena, tu amor incondicional, tu
apoyo y tu protección; aprendiste y me enseñaste todo lo necesario para
enseñarle a alimentarse, a nutrirse, a crecer y fortalecerlo; eras capaz de
convertir sus problemas de alimentación en una oportunidad de nutrición y con
tus menús mágicos lograste que sobreviviera y que se fortaleciera físicamente
pero también moralmente, lo blindaste con tu amor; prometiste cuidarlo y
protegerlo si yo faltaba, eso me hacía sentir tranquila y segura además sabía
que lo cuidarías y protegerías tanto o mejor que yo. Esa es una promesa que ya
no te permitieron cumplir, no ha pasado un día en el que Patricio no le dé un
beso a tu foto, después la pone boca abajo y pide que vengas, que regreses.
Inés ya tiene 12 años y platicamos mucho de ti, de tus
enseñanzas y tratamos de imaginar lo que tú dirías o como reaccionarías;
recordamos lo orgullosa que estabas de ella, de sus logros; y sabes ella heredó
de ti la capacidad de hacer ver fáciles las cosas difíciles y de luchar hasta
alcanzar sus metas; en muchas ocasiones te ha dedicado sus logros; también en
muchas ocasiones ha externado cuanto te extraña o ha mencionado cómo nos cambió
la cara, cómo nos cambió la vida.
Admiro tu carácter fuerte y cuando digo fuerte me refiero a
que eras capaz de luchar contra las injusticias y proteger a los tuyos. Siempre
trataste a mis hijos como si fueran tuyos y hoy te extrañan tanto, les hace
falta tu calor, tu acompañamiento y tu apoyo incondicional; ha sido muy difícil
explicarles lo inexplicable, que ya no estás físicamente, que ya no vas a
volver, que recurran a ti en el fondo de su corazón, que ahí estás y que lo que
nos enseñaste, está sembrando con tanto amor que estará por siempre, que hay
que seguir porque tenemos un gran compromiso y un gran ejemplo, que tendremos
que dar fe y testimonio de lo que dejaste en nosotros aunque duela, aunque
cueste tanto vivir sin ti.
Gracias por cuidar de los demás, aunque no los conocieras.
Si veías la oportunidad de ayudar, ayudabas; aunque fuera complicado, aunque
pareciera imposible, tú ayudabas. Nosotros, tu familia, amigos, conocidos,
sabíamos que podíamos contar contigo en los momentos difíciles; en los momentos
en que todos se iban, tú estabas ahí con tu apoyo incondicional, con tu consejo
y con soluciones, con un abrazo y con amor, con mucho amor.
Prometiste venir para mi cumpleaños y yo prometí ir a
conocer tu casa en vacaciones. Estoy enojada por no haberlo hecho y porque ya
no lo harás.
No dejo de pensar en lo que ya no harás y no dejo de
preguntarme por qué no dejo de pesar en los hubiera o hubieras y cada día te extraño
más.
El dolor es muy grande, muy profundo, es inexplicable, trato
de pensar en lo que querías para mí, para tus sobrinos; pienso en tu sobrina,
en mi niña, en si podré protegerla y tengo miedo de que nadie lo pueda hacer.
Tengo miedo de que crezca, tengo miedo de explicarle lo inexplicable, lo que te
pasó, lo que te hizo y lo que no pudimos evitar; me siento responsable de alzar
la voz y me siento impotente, desesperada y frustrada cuando veo que el juicio
no empieza, no avanza; tu feminicida NO debe salir de la cárcel, por todas, por
cada una, por ti; porque sé que si esto me hubiera pasado a mí, no descansarías
hasta obtener justicia.
Chío, ¡te admiro mucho! Admiro tu capacidad para trabajar y
para luchar, para construir lo que querías, lo que buscabas y la manera en la
que materializabas tus sueños, y me duele pensar en todo lo que deseabas
alcanzar y la manera en la que te quitó esa oportunidad.
Tú confiabas en él, y él te quitó la vida. ¿Qué hay de las
promesas que te impidió cumplir, de la vida que tanto valorabas que te arrancó,
de lo que nos dejó, de lo que no fue y de lo que no será, del sueño que nos
arrebató?
Tu muerte nos sacudió, nos hirió y nos transformó; nos
faltaban muchas cosas por vivir y por compartir
¡TE AMO y te extraño SIEMPRE! Yaya.
Nunca podría haberme imaginado la vida sin Rocío. Desde el
momento en que llegué a este mundo, ella ya estaba aquí. En muchas ocasiones
guiándome, otras tan sólo creciendo y desarrollarse a la par de mí, en la forma
en la que la vida nos lo permitió posible. Rocío era mayor que yo por tres
años, pertenecimos a la misma generación, De niños, no solo nos tocó compartir
el gusto por los mismos programas de moda en la tele, la música en la radio. O
la colección de estampitas en donde invertíamos nuestro tiempo y esfuerzo por
algo, que entonces, era importante construir los dos. En la vida compartimos
también el gran amor de nuestros padres y nuestros hermanos, conocimos muchas
formas de la felicidad juntos, y juntos, muchas veces disfrutamos del amor por la
vida en la única forma en que lo aprendimos, bajo el mismo contexto. A veces
abrazamos el cariño de las mismas amistades y también compartimos el
antagonismo contra quien nos hizo mal, porque quien así lo hacía nos lo hacía a
ambos. De esta misma forma las preocupaciones, ansiedades y dolores de la
situación familiar y de la época que nos tocó vivir eran de nosotros dos.
Juntos.
Este 2024, se cumplirán tres años de su muerte bajo la mano
de quien entonces fue su pareja. Un claro caso de feminicidio. Mi hermana murió
de un golpe provocado a la cabeza, pero el feminicida, en el afán de esconder
la evidencia de su cobardía, prendió fuego a la vivienda donde ambos residían.
No solo el funeral tuvo que llevarse a cabo con el ataúd cerrado, robándonos la
posibilidad de despedirnos de ella y encaminarla hacia su sueño eterno (como
cualquiera quisiera imaginarse esta parte inevitable de la vida), sino que
también hasta las posesiones de mi hermana, los vestigios materiales de su
existencia, fueron consumidos en aquel fuego. No tengo conmigo un anillo o una
cadenita con la cual recordarla y me surge constante la duda de que quienes
supuestamente protegen la ley, no hayan usado la excusa de aquel fuego para
apoderarse de lo poco de valor que ella con tanto esfuerzo pudo haber
acumulado. Una preocupación mezquina e insignificante tal vez, ante la pérdida
mucho mayor de la que sufrimos, pero que en alguna forma refleja una situación
con la que desde entonces hemos tenido que navegar durante este proceso; La
indiferencia de un sistema que, mientras declama frases trilladas sobre
justicia, ante la necesidad de la acción, sus esfuerzos siempre están puestos
en lavarse la cara, evitarse cuestionamientos y sobre todo; la búsqueda del
beneficio personal de unos cuantos ante el sufrimiento de una mayoría. No sé si
sea verdad, pero se dice que, los oficiales de la ley, supuestamente
encontraron al feminicida con las manos literalmente manchadas de sangre y al
día de hoy no se le ha logrado imputar una sentencia. Las autoridades responsables
se han pasado la carpeta de investigación de un funcionario a otro sin resolver
nada y hasta a veces admitieron, sin leerla para ponerse al corriente del caso.
Debo admitir que mi conocimiento sobre los procedimientos legales ante los que
estamos atenidos, es escaso, pero hoy más que nunca, me queda claro que este
sistema de justicia no está hecho para buscar lo que se implica dentro de su
nombre, no va a cambiar porque el individuo que esté al frente de dichas
instituciones sea o no de una u otra forma. Sino que es un mecanismo superior a
ellos, diseñado para que quienes tengan el acceso a los medios económicos,
puedan escabullirse dentro de sus grietas y evitar esta tan mal llamada y
elusiva “justicia” por la que nosotros tanto pugnamos. Lo hemos visto
demasiadas veces como para seguir creyendo que se pueda cambiar algo haciendo
siempre lo mismo. No importa quién esté a cargo, su función solamente es buscar
evadir responsabilidad y aunque de vez en cuando nos provean con migajas y uno
que u otro chivo expiatorio vaya a dar a la cárcel, no cambia la dirección
desde dónde se crea este sistema y la dirección hacia dónde se dirige nuestra
sociedad a consecuencia de este. Si hay algo con lo se pueda quedar quien esté
leyendo esto, espero que sea este hecho y no solo los sentimentalismos sobre mi
dolor y el de mi familia que son tan parecidos a todos los demás que día con
día inundan las narrativas en los medios, donde solo nos queda aceptar que así
son las cosas y que ojalá un día de estos no te vaya a tocar a ti. Lo que le
pasó a Rocío cada día está más cercano a ti, y en cualquier momento cualquier
mujer y niña en tú vida podrían faltarte. Yo no quiero que eso pase. Yo no
quiero tampoco que las cárceles estén llenas de feminicidas. Yo deseo, primero,
que no haya ninguna muerta más. A las semanas del feminicidio de mi hermana
surgió en medios, el caso de Debanhi Escobar, al encontrarla muerta, recuerdo
la declaración de su padre: “Mi hija está muerta y no sé qué hacer”. Mi hermana
está muerta y no sé qué hacer, porque a pesar de que yo quisiera ver al
feminicida perder su vida en una forma proporcional a la vida que él quitó, sé
muy bien que lo único que quisiera ganar de esto es tenerla conmigo de vuelta,
y nada ni nadie harán eso posible. Este año voy a cumplir más edad de la que
Roció alcanzó a tener nunca. Mi hermana mayor congelada para siempre en el
recuerdo de su eterna juventud, es ahora más joven que yo, por vez primera, y
los años que pueda acumular sobre mi espalda, me recordarán cada segundo que me
hace falta. Me niego a querer ver la vida de mi hermana tan solo bajo las
trágicas condiciones de su muerte y me niego a aceptar la inevitabilidad de la
situación en la que hoy nos encontramos, como país, como sociedad, como hombre
e individuo. Lo único que me queda es llevar a mi hermana como una parte de mí
y qué su memoria me de la visión para construir otro tipo de mundo, como
siempre, con ella. Juntos. Marco
La familia de Chío solo pide justicia. A través de la
etiqueta (hashtag) #JusticiaParaChio solicitan apoyo para ejercer presión a las
autoridades, que se resuelvan los amparos presentados por la defensa, que están
retrasando el juicio y que se aplique todo el peso de la ley al imputado. Ya ha
habido intentos de la defensa de sacar a Eryck Ernesto de la cárcel
argumentando expiración del término máximo de la prisión preventiva. La familia
sabe que el retraso del juicio es una argucia de la defensa que busca
diferentes objetivos, entre ellos afectar la disponibilidad y potencialmente la
cooperación de testigos clave. Por eso piden hacerlo viral y presionar a las
autoridades. Y en su momento, “cuando se le encuentre culpable” como sus padres
y hermanos confían que sea, “queremos, se le dé la pena máxima por
feminicidios” dicen, que es de 50 años de prisión.
#JusticiaParaChio
febrero 2024
Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo. De una
mujer víctima de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio búscame,
ayúdame a visualizarlas y contar su historia. Voces de la Ausencia.
P.D. Cada uno de los
textos expuestos en este espacio, son con autorización y acompañamiento de las
familias directas de las víctimas, que son las únicas autorizadas para hacerlo.
Porque solo somos la extensión de su grito de justicia.
@FridaGuerrera
@vocesDLAusencia
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