Esther y su amor por la vida
LA COLUMNA ROTA/ FRIDAGUERRERA
Una vez más te dejemos la historia viva de una mujer,
contada por ella misma una más que sí logró salvarse, muchas veces en lugar de
alegrarnos porque logró salir viva, la cuestionamos, la culpamos, la hacemos
sentir miserable. Salir de una relación de violencia no es fácil por eso cada
una de las historias de mujeres vivas contada por ellas, es una celebración
para quienes formamos parte de esta labor.
El maltrato constantemente aparece de la misma manera y
causa en las mujeres efectos habituales. Puede aparecer en una mujer de
cualquier clase social. No existe un perfil único de mujer maltratada, existen
una serie de características comunes en todas las víctimas: el abuso se inicia
entre los 17 y 28 años; en la mitad de los casos hay antecedentes de episodios
depresivos previos al abuso, y la dependencia o tendencia a establecer
relaciones asimétricas con el otro sexo, aceptando reglas patriarcales en la
relación.
Te invitamos a leer y conocer la historia de Esther
¿Cómo podría comenzar esta historia? No es ningún cuento,
ninguna fantasía como las que tanto le gusta a mi hija que le lea, es una
historia real, de una mujer fuerte, alegre, trabajadora, amorosa, y un sinfín
de palabras que podrían definirme, pero también me definía muy bien la
depresión, los pensamientos suicidas, las ganas de dormir y no despertar nunca,
¿Sabes lo que es estar a veces en el cielo, y muchas otras
en el infierno en el mismo lugar? Te lo contaré…
Desde pequeña, mis padres siempre trabajaron y mi familia
fue un poquito “rara” tenía 2 papás y 2 mamás, (que hasta la fecha amo, respeto
aunque ya no estén conmigo) tenía 4 familias y siempre me sentí más amada por
quienes me adoptaron con esos lazos de amor aún que no compartieran la misma
sangre, y así fue como llegué a tener 4 hermanos. ¡Y una familia enorme!
La violencia comienza desde los 6 años, cuando por primera
vez en la vida conozco lo que son los abusos aún que yo no sabía que pasaba,
termina muchos años después y eso me lleva a una temporada de depresión,
trastornos alimenticios y una relación tóxica de 2 años, sigo el camino sin
saber a dónde voy, y con 15 años me entrego a quien me hace sentir querida,
atendida y que se preocupa por mi, ¡Gran error! El camino sigue, sin guías, con
tropiezos, grandes hoyos negros de dónde muchas veces sentía que no podría
salir.
Un año después, conozco a quien me enseñaría que el amor no
se debe forzar, y mucho menos creer que se puede superar todo… ¡PERO NO
ENTENDI! Y continúe mi camino, hasta ahí, en ese punto todavía me sentía
pérdida.
En octubre de 2012, entre a trabajar a una tienda comercial
gracias a mi hermana iba todo muy bien continuaba con un camino incierto, pues
aún no asumía lo que en realidad era mi vida, como madre joven, hija
responsable etcétera. Ahí, conocí a quien me llevaría al cielo y al infierno,
todo dentro de la misma casa. ¡Recuerdo que “Josué siempre llamó mi atención,
era serio, reservado, alto, e hice todo cuanto pude para que se fijara en mí, y
así pasó, lo logré!
Recuerdo que yo le robé un beso un 8 de enero y comenzamos
una relación. Sabía que tenía dos hijos, que vivía con mi madre y que
obviamente tenía un largo pasado (nuestro error fue no preguntar ni indagar más
allá de lo que éramos desde el principio) yo contaba la verdad a grandes
rasgos, protegiéndome del daño que los hechos me habían generado sin saber que
dañarían todavía más en el futuro.
Después de un vaivén de emociones, seguíamos juntos hasta
que recibimos la noticia que seríamos papás, todo ese tiempo yo había estado
mucho más feliz que nunca había quien se preocupaba por mi de sobre manera, con
quién pasaba horas al teléfono, con quién compartía gustos y podía ser yo, a
finales de 2014 al fin vivíamos juntos “solos” a medias.
A grandes rasgos en el mismo lugar que su familia y yo
estaba sola, todos los míos estaban lejos, fueron temporadas difíciles, en
dónde esos secretos que yo había guardado iban saliendo a la luz y generaban
enormes discusiones que terminaban siendo perdonadas para “superarlas” por que
éramos una familia. (Aquí solo pienso, que cruel es el destino que nosotros
mismos nos vamos labrando).
Recuerdo las discusiones por mensajes que él enviaba a
muchas mujeres en Facebook cuando yo tenía una bebé en el vientre, cuando ella
apenas había nacido. Me rompió el alma, pero perdone al final, Solo eran
mensajes, ¿No? Recuerdo cada vez que me pedía perdón, cada vez que yo lo pedía,
las veces que llegamos a arrodillarnos y a jurar y perjurar que no volvería a
pasar, pero qué crees, ¡SÍ! Volvió a pasar.
Considero que han sido los casi 6 años más felices, más
abundantes y sobre todo los más difíciles de mi vida, y todavía cuando escribo
estas líneas sigo llorando.
Nunca sabemos que puede o como pueden pasar las cosas, pero
debemos hacerle caso a la razón, Hoy entiendo que cuando algo va mal, siempre
terminará mal, asumo mi responsabilidad como mujer, pero no sé en qué momento
se torcieron tanto las cosas.
¡Solo recuerdo que inició con una discusión, y terminó en
una cachetada, una simple cachetada, (primer signo de alarma) algo que siempre
me ha caracterizado es que soy una persona que se cobra después lo que le
hicieron y así fue!
Perdoné (primera vez) pero las discusiones seguían, por la
limpieza, por la ropa, ¡por qué no podía ser una buena mujer! ¡Porque tenía que
hacer ejercicio! ¡Por qué pasaba mucho tiempo en mi teléfono! Y un largo
etcétera. Después fueron más cachetadas, más insultos el que más me marcó fue
“¡Eres una Porquería!” ¡” Está hecho una porquería!” y así me lo creía, la
diferencia era que los dos siempre hemos visto las cosas desde diferentes
perspectivas y hasta la fecha tendremos ideas diferentes de lo que hicimos y
como lo hicimos y quién daño más y por qué.
Los golpes continuaron, do veces me fui de la casa, una vez
intente suicidarme, pero me arrepentí. No soy tan valiente, solo empecé a
cortarme como cuando era adolescente y eso disminuía el dolor del alma, pero
volví, incluso con tres costillas fisuradas, el alma rota volví, por mis hijos,
por mi, por qué yo era feliz tenía todo, no nos faltaba nada y no volvería a
suceder teníamos que ser mejores, pero no lo fuimos, solo incrementados nuestro
nivel de violencia física, emocional, económica.
Hasta ahora entiendo que siempre infringimos cierto control
el uno con el otro, y había muchas cosas más allá de nosotros mismos, que no
superamos que nos guardamos y terminó devastando todo.
“La gota que derramó el vaso”
En octubre de 2018, se dio a conocer el caso de los
feminicidios en Jardines de Morelos en Ecatepec. Ahí me inicié como activista y
fue mi primer acercamiento con FridaGuerrera, recuerdo que conocí también a Ana
Gaby, quién me brindó un espacio en su reportaje y la lleve a conocer los
lugares en donde habían sucedido los hechos, convoque a una marcha “anónimamente”
no por miedo al lugar donde vivía o por temor a alguna represalia, si no por
qué sabía que sí “Josué” sabía que lo había hecho yo generaría un problema.
Cuando recibí a Ana en mi casa después se me acusó de
vulnerar la seguridad de mi familia, del lugar donde vivíamos y cada discusión
era igual a golpes, gritos, manotazos, en dónde jamás se entrometía nadie, si
acaso alguno de sus padres para llevarse a mis hijos y que no vieran todo lo
que ocurría.
Una vez me morí de vergüenza cuando tenía la nariz
ensangrentada y me vieron, solo pude responder que fue mi culpa y que todo se
salió de control, recuerdo mis primeros ataques de pánico, los constantes
pensamientos de quitarme la vida, un intento de sobredosis que solo me causo
malestares estomacales tremendos y vómito por 3 días, al final todo el dolor
recaía de nuevo en mi, y no podía, no sabía cómo salir.
El día que Ana se presentó en mi casa, tenía pavor de que el
llegara y estuviera ella ahí, desafortunadamente así paso, el problema no fue
inmediato, por la noche fuimos cerca de la casa, estábamos estacionados en el
auto y comenzamos a hablar, a reprochar, yo ya tenía asumido el papel de la
culpa y agachar la cabeza, pero siempre sobresalía no dejarme, defender lo que
pensaba y terminamos peor, recuerdo que después de no responder nada me baje
del auto y camine, se bajó detrás de mí, me jaló, y me metí al carro con las
palabras “Súbete al pinche carro”, respondí, no me quiero ir contigo, cuando te
pones así manejas como loco.
“Vas a ver lo que es manejar como loco” y así fue, me quedé
sin aliento, un ataque de pánico que duró mucho más, ansiedad, miedo, estaba
temblando, pensé que en cualquier momento chocaría y nos mataríamos ahí, tenía
pavor, desde el fondo era lo que quería, chocar y morirme, pero no pasó,
llegamos a la casa y no me pude bajar, no me dejó, después de varias cachetadas
me rompió los lentes y termino por pedirme perdón, de nuevo así fue.
¡Juro nunca volverlo a hacer (creo que después de la segunda
vez, dejé de creer cuando alguien te jura o te promete algo) pero en el fondo
de mi alma, quería creer, quería que así fuera!
No tardó ni una semana en volver a suceder.
Después de una junta escolar, nos dirigimos a la casa cuando
comenzó a decirme respecto a la limpieza, se me salieron las lágrimas después
de escuchar “Todo es una porquería” llegué y comencé a recoger, a limpiar, a
pedir perdón, hasta que vi la ropa que días antes había tardado horas en doblar
tirada en el piso desecha y me identifiqué, así estaba yo.
Le reclamé y en ese momento todo se acabó, me golpeó, me
cacheteó, me aventó contra un mueble, después a la pared, le propiné un golpe
bajo para salir corriendo pero me tapo la entrada, me propinó la patada más
fuerte que he sentido en mi vida, en ese momento supe que había hecho mal, le
rogué que me perdonará tuve un ataque de pánico, pero comenzó a golpearme más,
me tiró a la cama y no podía respirar, comenzó a golpearme en la cabeza con el
puño cerrado, me repetía “pídeme perdón, di que tú eres la única culpable de todo
esto, por tu culpa soy así, tú me convertiste en esto, tú eres la mala persona,
tú me mentiste”
Termine repitiendo todas y cada una para que me soltará, me
di por vencida, e intenté huir, recuerdo que entró al baño y salí corriendo con
las llaves del coche, se las di a su papá para que no pudiera ir a ningún lado,
hubo un momento en el que sus padres intervinieron para que dejáramos de
discutir, recuerdo su cara llena de lágrimas el coraje en su mirada repitiendo,
“Mama, yo no soy malo, ella tiene la culpa, ustedes no saben cómo es, todo lo
que me ha hecho” “si hijo, yo lo sé; sé que no tienes la culpa, sé que no eres
así, ya sé que es culpa de ella”
En ese momento solo quería desaparecer, los convenció de que
hablaríamos y todo estaría bien, yo sabía que no era así, que todo saldría mal.
Me arrastró por la sala, me agarré de lo que pude por qué no
quería ir con él, me aventó a la cama y seguía obligándome a escucharlo.
SIEMPRE tenía que escuchar lo que él tenía para decirme, y después de todo eso,
entendí que no podría seguir ahí, que todo se había acabado, sin embargo,
alcancé a correr y encerrarme en el baño, recuerdo que levanté el teléfono y me
pedía, me exigía que llamara a una patrulla, yo no quería sentí miedo de lo que
pudiera pasar, pero el muy valiente me dijo que lo hiciera, me reto y no lo
hice pero si pedí ayuda le llame a mi mamá, le dije que si no le llamaba en las
próximas 2 horas, se comunicará con Frida por qué yo necesitaría ayuda, sin
embargo mi mamá no espero y la llamo enseguida, Frida aún estando en otro
estado se movilizó estuvimos en contacto, pero ese poco tiempo de diferencia
basto para hacerme entender que todo eso estaba mal, y que si no nos
deteníamos, que sí no poníamos el alto y la distancia necesaria alguno de los
dos terminaría mal.
El le dejo en claro a mi madre, como siempre me lo había
reprochado, que gran parte de la culpa era suya, por la forma en la que según
el fui educada, después de colgar en medio de toda la locura entro al baño a la
fuerza, yo ya no tenía ganas de luchar, me había dado por vencida, en la mano
tenía un cuchillo, pero como siempre la culpable debía ser yo lo tomo entre las
manos y tomo las mías para que yo le hiciera daño a el, en un momento de
distracción abrí la puerta y lo avente, no pudo encontrarlo y siguió con el
maltrato hasta que todo tal como inicio, le dio fin, cuando quiso, cuando ÉL lo
decidió.
Y yo supe que ahí era el punto final. Que el cuento se había
acabado, que la historia había llegado a su fin, el amor no termino, fue el
amor de mi vida, con quién saqué lo mejor y lo peor de mí misma, y todo lo que
viví desató en mi la sed de vivir, de ser fuerte, de ser yo, libre, feliz por
qué no necesito a nadie más, solo a mi misma y hoy me amo más que a nada en la
tierra.
Y estas palabras se volvieron una forma de vida, de cada
día.:
Me apagué un poco, pero me volví a encender, porque yo
siempre puedo, siempre pude, y podré.
Las heridas, los golpes, los moretones no tardaron más de
una semana en sanar, en desaparecer, los del alma no sé si algún día lo logré
al 100% hoy, tomo terapia psicológica, tengo atención psiquiátrica,
medicamentos para controlar la ansiedad y la depresión y un diagnóstico de
trastorno límite de personalidad. Secuelas hay muchas, en mi, en la confianza
que no recuperaré hacia un “hombre” en sepultar el “amor romántico” para
siempre. Esa etapa de mi vida termino, la tercera fue la vencida y ahora solo
queda sanar, y florecer.
Todas podemos, todas somos más fuertes, pude contarlo, pero
tal vez un mal golpe pudo llevar a la muerte, algún intento de suicidio pudo
salir bien, pero sigo aquí, para ti, para todas. Por qué nos merecemos ser
respetadas, amadas, cuidadas, valoradas.
Tenemos que regresar sanas y salvas de la calle, pero más
importante aún debemos permanecer sanas y salvas en nuestros hogares, con
quiénes dicen amarnos la mayoría de las veces creen tener el derecho de tomar
nuestra vida en sus manos.
Josué: nuestros caminos permanecen unidos por una fuerza
enorme, poderosa y hermosa, hija; todo lo que tuve y todo lo que aprendí en
casi 6 años, me enseñó a valorarme y a luchar por mí misma y no bajar la cabeza
NUNCA MÁS.
Porque te quiero viva; Yo te creo. No juzgues, condenes o
criminalices una relación así, salir con vida no es fácil y celebrar que lo
están y sobretodo que compartan el cómo lo lograron es la base de esta parte de
la columna rota.
Así que ven cuéntanos tú historia, ¡viva!, ¡Aún puedes
hacerlo!
marzo 2019
Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo. De una
mujer víctima de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio búscame,
ayúdame a visualizarlas y contar su historia, o mándanos tú historia y ayuda a
que más mujeres sepan cómo salir de eso. Voces de la Ausencia.
@FridaGuerrera
fridaguerrera@gmail.com
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