sábado, 25 de febrero de 2017

Óptica Ciudadana MI CONSTITUCIÓN

Óptica Ciudadana


MI CONSTITUCIÓN


Teotihuacán en Línea. Por José Luís Hernández Jiménez. El día de su cumpleaños número 100, el 5 de febrero pasado, estuvieron todos, en Querétaro, jurándole respeto y amor eternos, y tomándose la foto con ella. Pero pasó la fecha del onomástico y, como hacen con todos los adultos muy mayores, la volvieron a dejar ahí, arrumbada, olvidada, como si fuera un estorbo.
Por el paso del tiempo y tantas violaciones de que ha sido víctima, ha quedado muy maltrecha, desfigurada;  con cirugias de un lado, injertos por otro, implantes mas allá; De tanto que le han hecho, dizque para “modernizarla”, ha quedado muy obesa. Y así, menos la pelan, ni los que juran respetarla y defenderla hasta con su vida misma, ni los presuntos beneficiados de su vigencia. ¡Pobre de mi Constitución!
Luego de que los 218 diputados de aquel Congreso Constituyente de 1917, encabezados por don Luís Manuel  Rojas, la aprobaran con aplausos y balazos, y el Jefe Carranza decretara su vigencia  para suplir a la de 1857, todos juraron por ésta y por la otra, que con ella México sería otro, uno mejor, mas justo, próspero y libre. ¡Qué bonito se oyó! ¡Qué emoción!
Su texto completo, de 136 artículos, 579 párrafos y 22 mil palabras, cupieron en tan solo 13 páginas del Diario Oficial. Hoy deberían ver  a la pobre, estimados lectores: tiene 60 mil palabras, en 1500 párrafos, pues del total de sus artículos, solamente 22 no han engordado. El resto, 114, han engrosado mucho. Por ejemplo, el articulo 73 ha sido reformado ¡77 veces! O el artículo 41 original tenia 63 palabras. ¡Hoy tiene más de 4 mil! Es como si una persona que en su apogeo hubiera pesado 70 kilos, ahora estuviera pesando 250.   
El formato de mi Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, ya no es un folleto como antaño, por ahí de los años setentas, que cualquier ciudadano podía leer en un rato, sino un libro de 330 páginas en su edición más práctica, que ni los Diputados y Senadores, conocen porque tampoco la leen.
Desde fines de 1920, que fue su primer cambio para crear lo que conocemos como Secretaría de Educación Pública, a la fecha, le han hecho 700 reformas, la mayoría a partir de 1988. Y todos los personajes que han ocupado el cargo de Presidente de la República, desde que se creara la Constitución actual, han puesto sus respectivas reformas para, siempre alegan, “modernizarla”.
 En conjunto, esos 18 Presidentes, le han hecho 657 reformas, o sea, la inmensa mayoría. Es decir, sólo cuarenta y tres reformas han provenido de los legisladores (¡y tan caros que nos salen!) y solo una, la reciente y famosa “tres de tres”, surgió directamente de ciudadanos organizados sin Partido. 
En ese sentido, los que menos han “modernizado” mi Constitución, fueron Emilio Portes Gil y Adolfo Ruiz Cortines, con dos reformas cada uno de ellos. Y los que mas, han sido Felipe Calderón, con 110 reformas en su haber, y ¡Enrique Peña Nieto, con 147! Y a éste aún le faltan dos años eh!
Total que actualmente y a grandes rasgos, de sus 136 grandísimos artículos de nuestra modernísima  Carta Magna, 38 de ellos nos hablan de las Garantías Individuales, los Derechos Humanos y de la Ciudadanía;  Y 98 estan dedicados a explicarnos cómo se integra la estructura del Estado Mexicano. 
Aunque nuestros gobernantes y legisladores hoy gritan a los cuatro vientos, que nuestra máxima ley está muy actualizada, muy moderna, creo que los Constituyentes de 1917 tuvieron más motivos y más concretos para presumir su obra pues, en su momento, dicha norma fue calificada en otras partes del planeta, como una de las mas avanzadas de su tiempo, porque conservó su carácter liberal y sobre todo, porque le agregaron un matiz social, plasmado en sus artículos 3, 27 y 123.
Y es que la original de 1917, tuvo fuentes históricas muy importantes:  La Constitución de EU de 1789; la Constitución de Cadiz de 1812; El Decreto Constitucional para la Libertad de la Amércia Mexicana, del 22 de octubre de 1814 (“la felicidad del pueblo y del ciudadano consiste en dar igualdad, seguridad, propiedad y libertad”); La Constitución de 1824, cuando don Guadalupe Victoria, exhortó al Congreso de entonces a ”…elevar a los Estados Unidos Mexicanos, al alto punto de prosperidad y grandeza que ha decretado el dios Supremo de los Destinos”); Las Siete Leyes Constitucionales (centralistras contra federalistas), de 1835 a 1836; El Plan de Tacubaya, de 1841 a 1843, cuando hubo otro Congreso Constituyente con sus Bases Orgánicas de la República Mexicana;  La idea de  el Amparo, en 1842, y la Constitución de 1857, que hablaba de dar “felicidad, orden, progreso y libertad, para que los mexicanos se conviertan en modernos ciudadanos”.
Por cierto, si mal no recuerdo, fue uno de los creadores del Amparo  (una aportación mexicana al Derecho internacional), el jóven jaliciencse y  jurisconsulto don Mariano Otero Mesta – y quien este año cumple 200 años de haber nacido - quien tuvo una buena idea que habría que retomar:  Para que la Constitución, al actualizarse, no crezca tanto en tamaño, “…debe crearse una Ley de Desarrollo Constitucional…”.
El caso es que obesa, confusa, en partes hasta cotradictoria y centenaria, pero  tenemos Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Y soy de la opinión de que debemos echarle una manita. ¿Para qué? Para que sea valorada, respetada, cumplida y acatada. Eso a todos conviene.  Pero ¿cómo lograrlo?
Deberíamos incrustar, en nuestro respectivo cerebro, un chip  que nos recuerde a cada rato, que la Constitución es la máxima ley de un país; que contra ella ninguna otra norma se le debe superponer ni contradecirla; que hay que respetarla y hacer que se cumpla; Y adoptarla  en serio, como la base de nuestro Estado de Derecho.
No sirve que haya sido o sea, la mejor Constitución del mundo si no se cumple. Y si no se acata la Ley principal de nuestro país, menos se van a acatar las leyes secundarias. 
Conciente estoy de que para llegar a aquel ideal, en nuestra Máxima Ley debe quedar claro para todos qué parte de la misma hoy es “Aspiracional” o de “buenos Propósitos” ó de “Principios” y que  otra parte de ella, se le considera Obligatoria. Ambas situaciones estan mezcladas entre sí y ello crea confusión. Esto es una delas causas y pretexto para no acatarla.
Por ejemplo, el 2º párrafo de la fracción VI, del apartdo A del articulo 123, dice: “Los Salarios Mínimos Generales, deben ser SUFICIENTES para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia en el orden material, social y cultural y para proveer a la educación obligatoria de los hijos”.  Esto no se cumple y nunca se ha cumplido porque: ¿es solo un principio, una aspiración o un mero propósito? Es una obligación, pues para gran parte de los mexicanos,  se trata de una cuestión de sobrevivencia.
La fracción IV del artículo 71 (De la Iniciativa y formación de la leyes) dice “El derecho de iniciar leyes o decretos, compete, IV:  a los ciudadanos en un número equivalente, por lo menos, al cero punto trece por ciento de la lista nominal de electores, en los términos que señalen las leyes”. Pero… tampoco se cumple o casi no se cumple, pues solo se ha dado una sola ocasión, ya mencionada líneas arriba.    
Y así con otras disposiciones, en México mi Constitución es letra muerta.
Para que ello sea superado, es deber de todos comprender que nuestra Ley  Suprema, no únicamente es un Pacto Político entre, se supone, todos los ciudadanos, sino un instrumento legal que hay que acatar. Esto es elemental en un Estado de Derecho, es decir, un Estado en donde las leyes, empezando por la Constituciòn, se respetan y acatan. Hoy, en perjuicio de todos, no es así.
Para que nuestra Constitución no sea solo un documento bonito y moderno, sino un instrumento legal para lograr que México sea un país libre, soberano y próspero, y  los mexicanos seamos seres humanos de primera, es necesario conocerla para acatar sus disposiciones y exigir que todos la cumplamos.
Hay que rescatar nuestra Constitución, del rincón en donde la dejaron arrumbada luego de la fiesta de su cumpleaños centenario, el pasado 5 de febrero, para depurarla, o sea, quitarle las miles de palabras y párrafos que están de mas, para que sea fácil de leer para cualquiera; y que todo lo que le quiten unos buenos redactores (porque los actuales Diputados y Senadores, ni eso saben hacer), lo pasen a esa Ley de Desarrollo Constitucional que proponía don Mariano Otero desde hace 170 años y que dicha Máxima Norma, se enseñe desde la escuela Primaria para que los niños y niñas, sean los primeros en conocerla y en aprender a respetarla y acatarla para que algún día…         

 Notitas: Una.- Que la mejor manera de apoyar a los mexicanos y a los mexicanos migrantes, es crear empleos en México y que sean muy bien pagados. Dos.- Que también debemos exigir que los periodistas y sus medios de comunicación, se superen para actuar con ética y veracidad en lo que difunden pues, cobijándose en la libertad de expresión, muchos de ellos se creen intocables a pesar de sus deficiencias, por falta de cultura general o de profesionalismo. Tres.- Que, para impartir su seminario anual, estuvo en México Jang Jun, descendiente directo del creador del Tai Chi Chuan estilo  Jang, el estilo mas conocido de Tai Chi en el planeta. Olvidé invitar a mis lectores  y… cuando gusten les comparto algunas de sus lecciones… para vivir en equilibrio, ¿va?. Cuatro.- Que si ¿ya leyeron mi libro, “Cuando correteábamos utopías”? Bien. Mientras escribo otro, sugiéroles lean algunas Tragedias griegas, de Sófokles, Esquilo, Eurípides. Todas son conmovedoras. Cinco.- Que hagan ejercicio diario, el que quieran, pero no se dejen oxidar, ¿va?        

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