sábado, 23 de abril de 2016

URGENCIAS (2ª Parte)

Óptica Ciudadana


Teotihuacán en Línea. Artículo de José Luís Hernández Jiménez. El Dr. A le dice al B: a la paciente hay que hacerle ese estudio, para saber con precisión el origen del mal, y recomendarle qué tipos de cuidados paliativos debe tener. El Dr. B, ahí a un lado de la paciente y su familiar, responde: No tiene caso. Ella ya se va a ir. Además necesitamos la cama, para otra paciente.
El diálogo anterior ocurrió el lunes 18 de abril pasado, en el área de medicina interna, del Hospital General Regional de Iztapalapa “Juan Ramón de la Fuente”.
Horas antes, una enfermera, gritando, rompiendo con ello el sueño de otras personas hospitalizadas, exigió a la familiar de la paciente quien elabora su propia bitácora de la estancia en el nosocomio: “¡Qué tanto escribe, ya deje de hacerlo, me pone nerviosa. Además de nada le va a servir!”
La paciente, por una neumonía, quizá provocada por los vientos huracanados ocurridos por esos días en la CDMX, había ingresado a Urgencias, el 17 de marzo. Una doctora se sorprende. “No sé por que su paciente esta vivía. Tiene todos los males de encima. Es que ya es muy grande”. No obstante que los protocolos recomiendan no permanecer más de tres o cuatro días en esa área de los hospitales, por el riesgo de otros contagios, la paciente permaneció 19. “Es que no hay camas”, alegaba una y otra vez el personal encargado y malhumorado siempre.
Y es que esa – y al parecer en la de todos los hospitales públicos, es similar – área de Urgencias, está rebasada por la realidad. Todo falta, médicos, enfermeras, trabajadores sociales, personal  administrativo, material diverso. Luego de diversas presiones para mejorar la atención, incluidas llamadas telefónicas desde la oficina de Armando Ahued, Secretario de Salud, la Jefa de Trabajadores Sociales, comenta: “mire, me dice, le doy un ejemplo, el protocolo ordena que cada enfermera  atienda a un máximo de ocho pacientes. Pero aquí llegamos a atender 30 pacientes o más, por enfermera. A veces nos envían estudiantes pero no es lo mismo. Y siempre es así”.

“Está muy bien – continua – que hayan ampliado las instalaciones del hospital, están nuevas, bonitas. Pero ahora todo se atiende con la misma cantidad de personal. No hay personal nuevo. Así no se puede”. 
Los fines de semana y días feriados, me consta, la situación se agrava. Ilustro dos situaciones: La sala de espera esta llena de familiares, uno por paciente ingresado. Hay unos sesenta.  A lo largo del salón están  cuatro puertas, con su debido letrero, “Consultorio 1”, “Consultorio 2”, “Consultorio 3”, “Consultorio 4”. Del 3 sale un personaje con bata blanca. “Escúchenme por favor. Tengan paciencia. Hoy, en Urgencias soy el único médico presente. 
La otra situación: Es sábado. Dan las 15 horas. De la recepción desaparece el personal. Casualmente, en los siguientes minutos, aparece un herido sangrando, luego una señora gritando de dolor, enseguida un anciano con un pie muy hinchado, detrás una señora en silla de ruedas muy pálida, con dos minutos de diferencia, aparece una joven madre gritando y cargando a un bebé que no se mueve, luego un hombre joven con el rostro rojo o morado,  después se apersonan dos ancianas, una sosteniendo a la otra, todos con su respectivo familiar. Pero no hay quien los atienda. Incluso varios se atreven a tocar con sus manos, las puertas de los cuatro consultorios. Nadie les abre. Al parecer es la hora de comida o el cambio de turno. Son momentos desesperantes.  Los rostros de los presentes lucen desconcertados y molestos. Me atrevo a sugerirles que rodeen el inmueble e ingresen por detrás, al área médica. Desesperados, lo hacen. NI el policía pudo detenerlos.
En esos días, en la sala de espera de Urgencias, adaptan una tiendita con todo tipo de golosinas, café, sándwiches, agua, refrescos, y Cocacola, faltaba más. Ya solo falta que también vendan cigarros.
De mi parte, como pasan los días y en mi opinión no atienden como debieran a la paciente citada, que es mi paciente por cierto, y se trata de mi señora madre, solicito una y otra vez un Resumen Médico de su situación para, con él, consultar a otro médico u otra institución. Dicen que es un derecho tenerlo pero…médicos, enfermeras, trabajadores sociales y hasta en la ofician del Director General del nosocomio, me lo niegan. La secretaria del Director, no me quiso recibir mi petición formal. Lo  más que logro es que me indique que me dirija a la Oficina de Información Pública, a solicitar el documento. El trámite es otro calvario. En esta oficina ubicada en el centro de la ciudad, por fin, a principios de este mes, logro que acepten entregarme tal Resumen y prometen hacerlo… ¡el 26 de abril!
Mi paciente es trasladada el 3 de abril a Medicina Interna. Ya hay cama. La diferencia en la atención en la nueva área es evidente. Estos internos están monitoreados las 24 horas. El personal médico hace sus respectivas rondas. Les brindan alimentos en sus horarios. Pero aún aquí, las enfermeras tienen la mala costumbre de poner música popular en las noches. O sea, tropical, ranchera, ruidosa. Al parecer nadie les ha dicho que, en todo caso, una música adecuada para estos sitios es la música clásica, la de Mozart, de preferencia, por relajante.
En mi paciente no veo mejoría. Al contrario. Desde enero estaba siendo tratada en el Hospital General Central, por una gran escara coccial. E iba mejorando, pues la herida estaba cerrando. Pero por ingresar a este hospital, le suspendieron las curaciones. Y la escara no solo creció, sino que aparecieron otras. El personal de la “clínica de la herida”, se apersonó el 7 de abril, ¡casi un mes después de ingresada mi paciente! diciendo: “Desde hoy nos hacemos cargo de la señora”.
La actitud general (hay excepciones) del personal médico, ante mí paciente y similares es, en el mejor de los casos, de resignación. Suele exclamar: “Es que ya esta grande”, “Es que por su edad…”.  Un médico llega a decirme: “La verdad es que su paciente está en riesgo de morir”. Le aclaro que no sabe lo que dice, pues lo cierto es que todos – incluidos los sanos, jóvenes, niños, millonarios, guapos, atletas, médicos… - estamos en riesgo de morir, en cualquier momento. No se requiere ser anciano y/o enfermo, para “estar en riesgo de morir”. Yo, por ejemplo, he aprendido que la muerte, como la vida, siempre me acompaña. Ambas son mis amigas. Además nadie se muere en la víspera. Ante mi dicho, el médico solo se me queda mirando. La ignorancia campea en todas partes.
Y no solo la ignorancia. También la rapiña. En ese nosocomio es común escuchar una sugerencia de enfermeras, trabajadores sociales y hasta policías, en el sentido de que “si requiere ambulancia, pregunte a los policías”. Cualquier policía proporciona un número telefónico, para llamar a la ambulancia, para el traslado respectivo. El precio de la ambulancia va desde los 1,200 pesos, para arriba, dependiendo de si es equipada o no, si va con médico o no, con responsiva o no, si es lejos o no. Y al parecer, todos se llevan su comisión. Y es que el hospital no brinda ese servicio, no obstante que sí cuenta con ambulancias.
He escuchado que algunas personas atribuyen las deficiencias en nuestro Sistema de Salud al presupuesto insuficiente; Otros optan por acusar que el problema es la corrupción. No les falta razón. Pero el problema de fondo es otro. Porque la realidad indica que no hay presupuesto que alcance. Cada año aumenta el presupuesto dedicado a salud; y cada año aumenta la cantidad de mexicanos que requieren atención médica en todas las instituciones públicas. Y ello sin contar a la medicina privada y a la denominada medicina alternativa. Hay pacientes de sobra para todos ellos. Recuérdese que en nuestro país existen 80 millones de enfermos de algo. 
El problema de fondo es otro. En México no existen ni políticas públicas, ni cultura en la sociedad, en general, que ponga énfasis en la prevención de enfermedades y de otros daños a la salud. Si tan solo se incentivara masiva y cotidianamente, y desde la infancia, la práctica del ejercicio cotidiano, y la conveniencia de todos, de hacernos un chequeo médico anual, y de la necesidad de priorizar el consumo de agua, frutas, verduras y legumbres, sobre otros alimentos, y…. Pero en nuestra nación el cuidado de la salud es, antes que nada, un negocio de muchas aristas y de no pocos beneficiados y...
Mi paciente fue dada de alta, luego de 32 días de estancia hospitalaria. Los nosocomios dan de alta cuando el enfermo esta en vías de curarse o cuando la medicina, alópata en este caso, de nada sirve. Es el caso de mi paciente. A los males acumulados desde hace poco mas de un año, cuando  en el mismo hospital le pronosticaron “tres días de vida”, luego de sufrir tres infartos cerebrales, de los que, finalmente, se estaba recuperando, a su nuevo diagnóstico se suma otro mal, el cáncer. ¿Qué hacer? Después de todo, a dicho mal la misma medicina lo considera, con excepciones, incurable. Por otro lado mi paciente es una aguerrida muchacha, de 84 años.
Lo primero que se me ha ocurrido es investigar ¿cómo le han hecho otras personas que se han curado de este mal sin recurrir a la medicina alópata?                                                  
Mi paciente es dada de alta el martes 19 de abril. El médico A insiste: si la señora se pone mal no duden en traerla de nuevo. Tiene pase abierto. No olvide los cuidados paliativos. Hay que cuidarle su herida. En su momento, el otro  médico, el B, también insiste: Por favor, ya déjenla descansar, ya no la quiero volver a ver  aquí. Es mas, ya no la recibimos. ¿Qué opinarán mis lectores de todo esto?
(En este texto, a propósito pasé por alto los nombres propios, porque después de todo, en nuestro Sistema de Salud, todos somos víctimas)    
Notitas: Una.- Que todo indica que ante las explosiones del complejo petroquímico de Pajaritos, en Coatzacoalcos, Veracruz, ocurridas este miércoles 20 de abril, y por el que al momento ya suman 24 los fallecidos, no habrá sancionados, ya que han empezado a repetir que fue un accidente, como que si los accidentes fueran obra de la divina providencia. Dos.- Que el caso Nelson Vargas (al secuestrador y asesino de su hija, lo han dejado libre), es típico de lo injusto de la justicia mexicana. Tres.- Que ¿qué pasa en Brasil? Doña Dilma Rousef, será la segunda Presidenta de ese país, destituida? Cuatro.- Que se agradecen las entrevistas que me hiciera el personal de la Secretaria de Fortalecimiento a la Militancia del PRD, para elaborar su video “Identidad de la Izquierda” (¿?) y al del Programa “Caminos de Libertad”, del Canal del Congreso, sobre la vida de Demetrio Vallejo, uno de los dirigentes  sindicales y políticos más prestigiados, del siglo pasado. Cinco.- Que la próxima presentación, la número 33, de mi libro. “Cuando correteábamos utopías”, es el 3 de mayo, en Iztapalapa. Seis.- Que hay que moverse, haciendo ejercicio diario. Y sembrar un árbol cada año. O nos atenemos a las consecuencias.  He dicho. Puntocom

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