sábado, 19 de diciembre de 2015

A punta de rifle Leopoldo Batres descubre la Pirámide del Sol en Teotihuacán en 1905

A punta de rifle Leopoldo Batres descubre la Pirámide del Sol en Teotihuacán en 1905

 

Seis mil 565 pesos, costo de indemnización de terrenos para dejar descubierta la Zona Arqueológica de Teotihuacán en 1910

 

La consigna de Porfirio Díaz: Dejar visible la Pirámide del Sol y la Calzada de los Muertos


Teotihuacán en Línea. Las exploraciones en Teotihuacán hechas en el siglo XIX por Leopoldo Batres, ocasionaron que el pionero de la arqueología mexicana tomara el rifle para defender su trabajo e incluso, buscara refugio en Barcelona. En una ocasión, los campesinos de la zona se amotinaron y amenazaron con apresarlo si continuaba las obras, pero la respuesta del arqueólogo fue tomar su rifle, disparar, volver a cargar el rifle e intimidar al contingente hasta dispersarlo.
Así lo narra María del Pilar Iracheta Cenecorta en su libro En busca de la Pompeya mexicana. Las exploraciones de Leopoldo Batres en Teotihuacan, 1905-1910, que documenta los conflictos e intereses que enfrentó el arqueólogo antes y durante la encomienda de Porfirio Díaz: Dejar visible la Pirámide del Sol, la Calzada de los Muertos y algunos edificios adyacentes para celebrar el primer centenario de la Independencia.

“El libro nació de forma accidental, estaba investigando en el Archivo General de Notarías del Estado de México cuando encontré unas escrituras de indemnización a propietarios que vivían en la zona arqueológica de Teotihuacán, eso me llamó la atención y fui al Archivo General de la Nación en donde están los pormenores de la primera expedición que se hizo en el sitio. Me apasionaron los trabajos y me impactó el personaje de Leopoldo Batres”, comenta la autora.
Entre esos papeles, la también historiadora de El Colegio Mexiquense, se dio cuenta de la personalidad de Batres y de las críticas que recibió, no solo por ser cercano a Porfirio Díaz, sino por las técnicas arqueológicas que utilizó.
Algunas inconformidades fueron el uso de dinamita para excavar; la compra de un terreno en el sitio arqueológico a título personal que después fungió como hotel y tenía una fábrica para hacer falsos vestigios.
“Batres fue el mimado del porfiriato, se movía en las altas esferas del gobierno, pero cuando llegó la Revolución Mexicana, Díaz quedó denostado y a Batres lo empezaron a acusar de muchas cosas, principalmente de que no quería pagar la indemnización de las tierras que fueron expropiadas para marcar la delimitación de la zona arqueológica”, explica Iracheta.
Fue entonces cuando el arqueólogo dejó Teotihuacán para irse a Barcelona pues se acrecentó el enojo de los habitantes por el incumplimiento del pago de las indemnizaciones que ascendió a seis mil 565 pesos y que concluyó posterior a 1910.

“Traté de incluir un trasfondo socioeconómico de la zona, no sólo datos arqueológicos, es decir, qué pasaba antes de la exploración, esas tierras después de estar siglos cubiertas, la gente decía que eran cerros, ahí cultivaron y formaron una economía basada en el maguey y maíz, además a unos cuantos se les había repartido la tierra con título legal. Ellos se sentían dueños y al momento de crear por primera vez una zona arqueológica federal, se acentuó el conflicto”, destaca.
Con la coyuntura del primer centenario de la Independencia y por iniciativa de Justo Sierra, Leopoldo Batres fue nombrado director de Monumentos Arqueológicos con la encomienda de explorar Teotihuacán, zona que el arqueólogo excavó durante 1884 y 1886 sin permisos.

“Fue una hazaña que duró cinco años, en la que no sólo descubrió la Pirámide del Sol, hizo la primera museografía, empujó la protección del patrimonio y uso métodos tecnológicos que hoy resultan escandalosos. Decían que era un arqueólogo empírico porque su formación era militar, pero hay que reconocer que forma parte de la historia de la arqueología mexicana”, señala la investigadora que incluyó en el libro imágenes procedentes del Acervo Leopoldo Batres.
Sobre su conflicto con Gamio, quien lo acusó de usar dinamita y desfigurar las pirámides, la autora comenta que se debió a un rompimiento generacional.
“No es que uno fuera más científico que el otro, hay que ponerlos en su contexto, Gamio venía de una escuela norteamericana y Batres era un funcionario del Porfiriato que sí estudió arqueología pero en París y tenía formación militar. Comprarlos, es confrontar dos visiones…Era una persona que levantaba tempestad por su carácter. Tenía un perfil altanero y su físico imponía. Su vida fue extraordinaria, es rica en eventos y aventuras”

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