Óptica Ciudadana
El pecado de Yuriko
Teotihuacan en línea. Artículo de José Luís Hernández Jiménez. Hola, estimados lectores. Les comparto el siguiente texto, ojala lo disfruten:
“Después del bombardeo atómico de 1945, la familia quedó sin medios de subsistencia. Los padres no se doblegaron y tampoco les pesó como una cruz, la enfermedad de su hija. La necesidad de preocuparse por Yuriko, daba sentido a sus vidas.
Cuando el 4 de febrero de 1946, la madre dio a luz a una niña, aparentemente sana, todo fue alegría. Aún no se notaba la dolencia de sus piernas, y no se veían los síntomas de la microcefalia. La niña cumplió uno, dos años. Y mientras la pequeña seguía sin poder hablar ni andar, nació otra hija. Los padres ocupados en sus quehaceres, no se daban cuenta de que algo andaba mal. Hasta que la hermana menor sí empezó a hablar y a dar sus primeros pasos, los padres comprendieron que Yuriko no era normal.
Cuando la niña cumplió cuatro años, se dieron cuenta que las piernas de Yuriko no estaban bien: no podía pararse y, como no se quejaba, no fueron de inmediato al médico.
Al fin la llevaron al hospital de Otake, en Japón. El médico les dijo: No se preocupen. En la infancia suele ocurrir. Con el tiempo, la cojera pasará.
Pero tiempo después, expertos del Colegio Médico de
Pero no fue así. Y la niña Yuriko empezó realmente su “penitencia”, por el pecado de haber estado en el vientre de su madre en el momento en que ella estuvo cerca del lugar en el que explotó la bomba atómica. La niña empezó a sufrir la curiosidad, el menosprecio, la burla, la incomprensión de los demás, niños y adultos. Yuriko solo sonreía apaciblemente.
Los padres, preocupados por la surte de su hija mayor, cuando ellos ya no estén a su lado, enviaron una carta al gobierno de Estados Unidos, a través del comandante de la base aérea en Iwakuni. Esperaban alguna indemnización, aunque el gobierno japonés adoptó una ley sobre el tratamiento médico de las victimas del bombardeo atómico. Por ello, los padres se dirigieron al país culpable del bombardeo. Su petición fue archivada. Entonces, los padres decidieron consagrarse al movimiento antinuclear. Ellos dieron a conocer el primer censo de enfermos de microcefalia.
Como resultado, el Ministerio de Seguridad Social les hizo algún caso. En junio de 1968. Yuriko, por fin fue conocida oficialmente como víctima del bombardeo atómico.
Los padres, con la esperanza de que sus esfuerzos ayudaran a declarar fuera de la ley, el armamento nuclear, cada 6 de agosto, llevaban a Yuriko al lugar de la explosión y repartían volantes. Algunas personas los recibían y los tiraban. Otras hasta lo agradecían.
Cuando llegó diciembre, la mamá se puso muy débil y dijo que ya no podía ver con el ojo izquierdo. Tres días antes de que todo acabara, cedieron los ataques del inaguantable dolor, y ella estaba tan serena, que ni se supo la hora exacta de su muerte. Falleció a los 58 años, el 26 de diciembre de 1978.
Decía, frecuentemente, que había vivido tan solo, gracias a Yuriko. Sin embargo, al final, sus fuerzas y su voluntad se acabaron. No se olvida, cómo, Yuriko, sin poder comprender qué es la muerte, sentada a sus pies, susurraba: “la mamá duerme, la mamá duerme, la…”.
El 4 de enero siguiente, el padre recibió una carta, en la que le comunicaban que aunque Yuriko fuera reconocida como víctima del bombardeo atómico, su madre no podría contar con tal status, ya que faltaban exámenes médicos. La carta estaba fechada el 25 de diciembre, un día antes de su muerte. Los cuidados por Yuriko le quitaron tanto tiempo que no pudo pasar la revisión necesaria en el hospital. La carta es una muestra de la insensibilidad de las autoridades, ante las víctimas del bombardeo atómico.
Sentada al lado del padre, Yuriko señala la foto de la madre, repitiendo a todo momento:”La mamá ha muerto, la mamá ha muerto, la…”. Detenida en su desarrollo mental, igual que los relojes de Hiroshima, que se pararon para siempre a las 8:15 horas cuando explotó la primera bomba, Yuriko es símbolo del bombardeo atómico.
Pero por lo que se ve en el mundo, convirtiendo en armas la energía nuclear, hace falta que sean millones, los seres que, como Yuriko, repitan: “la mamá ha muerto, la mamá ha muerto, la…”.
En días pasados, 6 y 9 de agosto, se cumplieron 70 años del lanzamiento de las dos primeras bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, en Japón, respectivamente, a cargo del gobierno de EU, bajo el pretexto de
Meses antes de aquellas explosiones, circuló una carta firmada por decenas de científicos encabezados por Albert Einstein, en la que advertían de los peligros de la energía nuclear aplicada a la guerra.
Por cierto, en estos días anda circulando una carta, firmada por decenas de científicos encabezados por Stephen Hawking, físico afamado, cuya vida es el tema de la película “La teoría del todo”, advirtiendo del peligro de utilizar la “inteligencia artificial” en la industria bélica. Solo un científico mexicano, dijo que lo que dice dicha carta no es para tanto (¡!).
(*) El texto citado, es una de las historias de vida, incluidas en mi libro, “Cuando correteábamos utopías”, de reciente aparición. Y solo yo lo vendo, ¿entendido? Por si les interesa. Por cierto, ya preparo otro ciclo de presentaciones.
Notitas: Una.- Que los tres Partidos “grandes”, cambian a sus principales dirigentes nacionales. El PRI, pone a Manlio Fabio Beltrones, un “lobo de mar”; el PAN a Ricardo Anaya, un brillante muchachito; y el PRD a… no hay quien, no se ponen de acuerdo y buscan un externo, aunque violen sus propios estatutos. Dos.- Que con el multihomicidio (4 féminas y un varón) de la colonia Narvarte, en el DF, queda claro que la capital… ¡tampoco es segura! Tres.- Que luego del Retiro con el maestro Peng You Lian, creador del estilo “Tai Chi Chi Kung para la salud”, desarrollado del 6 al 9 de agosto, quedé como Kalimán, de sano. A ver cuándo se animan a hacer ejercicio diario, eh. Es mas, si quieren les comparto lo que aprendo y de perdis quedan como Solín. Cuatro.- Que si ya saben, mis estimados, ¿en qué lugar van a sembrar su árbol de este año? Es para combatir la contaminación ambiental y que haya más oxígeno para todos
Es triste ,pero la realidad es otra los Japoneses son traidores por naturaleza
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