Heberto el claridoso
Teotihuacan en línea. Artículo de José Luís Hernández Jiménez. “Pero, ¿por qué se equivocó ingeniero?”, preguntó Chela, “a bocajarro”, a Heberto. Éste, sorprendido, pues iba entrando a sus oficinas - del 6º piso del edificio de Bucareli 20, en el centro del DF; pero con buenos reflejos, soltó la respuesta que no dejaba derecho a réplica ni a otra pregunta: “Por pendejo Chelita, por pendejo”.
Graciela González se refería a un largo artículo, que la revista Proceso en su número No. 497, le publicó a Heberto Castillo y que había titulado “La hora de la verdad”. En tal texto, el ingeniero hacia una serie de reflexiones sobre el crecimiento del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT). Su, a pesar de todo, insuficiente desarrollo en todo el país. Prácticamente, el Partido solo se había enraizado en el centro del territorio nacional.
Ciertamente teníamos ventajas, como tener acceso a medios periodísticos nacionales con prestigio, los que de alguna manera influían en la opinión pública de todo el país. En ellos publicaban algunos de las analistas, simpatizantes del PMT, mas reconocidos por su objetividad y por su visión crítica de la situación de la nación y hasta por lo artístico de sus trazos, como era el caso de Eduardo del Río (Rius), Rogelio Naranjo, Helio Flores y de Efrén, entre otros, quienes auxiliaban al PMT en lo que podían. Igualmente se contaba con la simpatía de intelectuales y artistas de buena fama.
Pero el PMT como que había llegado a su limite. En gran parte del país, su presencia organizada, era más simbólica que real. Incluso, la presencia del Partido Socialista Unificado de México (PSUM), merced a la unidad de varias fuerzas política coexistiendo en su seno, parecía mayor. Pertenecer a los partidos políticos pequeños, no era ningún consuelo.
Además, el otro pilar del PMT, Demetrio Vallejo, ya no estaba ni con nosotros, ni en el mundo de los vivos. Era mayo de 1986.
El Partido, con todo y su buena fama y prestigio, y la enorme presencia de su Presidente nacional, en las grandes polémicas de la República – la defensa de los recursos naturales del país, en particular el petróleo y el gas, la deuda externa, el salario mínimo, la precaria democracia, la corrupción, etc. - se había convertido en una especie de cajita, en la que no cabía la gran y compleja realidad nacional.
De ahí la reflexión, claridosa, de Heberto Castillo, sintetizada en la frase, sacada del artículo citado, y resaltada en la portada de aquella Revista: “¡Confieso que me equivoqué!”.
Fue una expresión y una reflexión, sorpresivas. Hacia dentro, entre el común de dirigentes y militantes, fue como un shock: Y si Heberto se equivocó, ¿nosotros también? ¿O el señor ya estaba chocheando? ¿Por qué antes de hacerla pública, no planteó su preocupación internamente? Y otras preguntas más por el estilo, se escucharon a propósito de esa afirmación pública. Algunos compañeros hasta dieron a conocer en el mismo medio, su desavenencia con lo escrito por el ingeniero.
Pero hacia fuera, la sorpresa estuvo acompañada de simpatía. Era la primera vez que un dirigente político de izquierda, públicamente, hacíase una autocrítica. Algo insólito en el medio. Y en el país. Entonces – y a la fecha, creo – ningún político mexicano ha reconocido sus errores, por obvios que éstos sean. ¡Y hay que ver cómo tienen, los políticos, al país!
Con el paso del tiempo, el contenido de aquella entrevista se entendió mejor. Realmente, Castillo Martínez estaba preparando el terreno para impulsar otro esfuerzo unitario, aún mayor que el nuestro.
Pero aquella vez, la única explicación que, sobre su tajante conclusión, Heberto dio a la compañera, fue concreta, bastante explícita y claridosa: “Por pendejo Chelita, por pendejo”.
En verdad, pocos políticos honestos, capaces, inteligentes, visionarios y claridosos, como Heberto, he conocido. Los podría contar con ¿los dedos de una mano? Porque además, Castillo fue ingeniero civil, inventor, escultor, pintor, periodista, escritor, …
Pero ya no está. Murió el 5 de abril de 1997. De vez, en vez, topo con personas que me comentan, a propósito de estos tiempos tan complejos y convulsionados, y con una izquierda tan de cabeza: “¡cuanta falta hace Heberto, no crees!”. Pues sí pero…Si el ingeniero Castillo viviera, estaría cumpliendo 86 años, pues nació un 23 de agosto de 1928.
Sé que su familia directa, año con año le organiza un merecido homenaje. Algunos amigos me han dicho que el mismo, esta vez se realizará en la Delegación Iztacalco, la mera fecha de su nacimiento. Para ella y los numerosos seguidores de Heberto, va un fuerte abrazo.
(*) Ah, gran parte de este articulo está tomado de uno de los 180 relatos que aparecen en “Cuando correteábamos utopías”, un libro de éste, su seguro servidor, estimados lectores, y que en cualquier momento (si consigo la lana necesaria), se publicará.
Notitas: Una.- Que a propósito de aniversarios, el Fondo de Cultura Económica, cumple 80 años. Su primer evento de varios, se realizó, terminando este martes 19 de agosto, en cadena nacional: “Conversaciones a fondo”, fue una interesante entrevista al Presidente de la República, a cargo de 6 conocidos periodistas que, literalmente, “bombardearon” al mandatario con todo tipo de preguntas. Si se valen sugerencias, diría que la vuelvan a trasmitir, pero en horario estelar. Porque a la hora que pasó muchos ya estaban dormidotes. Dos.- Que ahora sí, el cumplimiento de las leyes secundarias de la llamada reforma energética, va que vuela a cargo del Ejecutivo. Como si se les fuera de las manos un gran negocio si no se apuran. ¿Será? Tres.- Que la discusión sobre lo insuficiente que es el Salario Mínimo General, se está partidizando al grado que corre el riesgo de no resolver ese problema, que perjudica a millones de familias. Cuatro.- Que el jueves 28 de agosto, a las 18:30 horas, se lleva al cabo la Mesa Redonda “Las Candidaturas Independientes”, organizada por el Movimiento de Transformación Social, teniendo como ponentes al Diputado Cuauhtémoc Velazco (“Movimiento Ciudadano”), a Fausto Cantú Peña (“Constitución y República”), a Francisco Saucedo (“Grupo Tacaba”) y a un servidor (de “Por el Cambio con Dignidad AC”). La cita es en Instituto de Higiene
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