Teotihuacan en Línea. Víctor Beltri* . Opinión. A Pascal, agradecido. De acuerdo con sondeos recientes, Luis Felipe Bravo Mena podría alcanzar el tercer lugar en la contienda por el Estado de México, con cerca de 15 por ciento del total de la votación. Quince por ciento. La situación no podría ser más penosa, especialmente para un panista que no ha sabido ser aprovechado por su partido. Es lamentable. Porque, a pesar de su trayectoria intachable, y la importancia de la elección en sí misma, la campaña de Bravo Mena ha carecido del apoyo que merecía. Así, el candidato ha tenido que enfrentar el vacío de su partido, agresiones de manifestantes, invitaciones a declinar y, finalmente, un supuesto relanzamiento que, en su nueva etapa, retomará la lucha de los pioneros panistas y la participación de los jóvenes.
Así, los estrategas de campaña del antiguo embajador ante El Vaticano han decidido incrementar la preferencia electoral por su candidato con la invaluable ayuda de un globo aerostático y dos aviones ultraligeros, tal vez con la esperanza de que los jóvenes, ese colectivo tan proclive a los medios de transporte aéreo, se percaten de que no pueden sino acudir a las urnas y votar por el candidato que vieron por los aires. También, se detalla en notas de prensa, en algunos municipios los simpatizantes realizan una caravana de autos con la que invitan a la población a sumarse al proyecto de gobierno.
¿Se merece esto Luis Felipe Bravo Mena? ¿El apoyo regateado, la campaña con chaleco antibalas, la promoción como de feria de pueblo? Peor aún, ¿se merece uno de los políticos más congruentes, éticos, y comprometidos, la mera sospecha de la judicialización de las campañas, como con el caso de la detención de Hank Rhon?
Con el porcentaje de preferencias con el que cuenta Bravo Mena actualmente, tendría que ocurrir un verdadero milagro —o una debacle en los otros partidos— para que pudiera ser capaz de remontar a sus dos adversarios. Es demasiada distancia, es muy poco tiempo. Sería demasiado riesgoso. Sus propuestas de gobierno son difusas y generalistas. No parece haber manera de que, en condiciones normales de competencia, el PAN llegue al gobierno del Estado de México.
Y este es el quid de los problemas que atraviesa nuestra clase política. Llegar al gobierno se ha convertido en un fin en sí mismo, que no gobernar. Y la diferencia es abismal. ¿Para qué quieren llegar los partidos al poder? ¿Para solucionar los problemas de la sociedad desde la perspectiva ideológica de cada uno? ¿O más bien la contienda electoral se ha convertido en una búsqueda enfermiza de poder?
Bravo Mena tiene, desde su tercer lugar, una oportunidad de oro para efectivamente retomar la lucha de los pioneros panistas. Una oportunidad para triunfar, aun perdiendo, si lo que le interesa es buscar el interés de la ciudadanía, y para dar una lección invaluable en lo que se considera el laboratorio de 2012. Después del episodio de las alianzas fallidas con el PRD y que demostraron el lado más pragmático y oportunista del neopanismo, el PAN debería de retomar las banderas de buen gobierno y apego a los ideales que caracterizaron a sus fundadores. En política no se puede pretender ganarlo todo, y mucho menos hacerlo a cualquier costo. Ya lo vimos en 2006: el costo social es altísimo y no es sino generador de niveles de encono y separación que no podríamos volver a soportar.
Bravo Mena puede actuar como estadista, y pasar en sus propuestas del qué al cómo. Explicar, de manera detallada, cómo haría para aterrizar los seis puntos que propone —seguridad, trabajo, desarrollo social, salud, transporte y educación— y comprometer en ellos a sus adversarios para que, independientemente de quién sea el vencedor de la contienda, la ciudadanía salga ganando. Comprometer, también, a sus rivales, para establecer mecanismos de control y transparencia y verificar que la implementación de estas políticas sea real. Establecer candados a la corrupción y al dispendio. Actuar como el fiel de la balanza y obtener compromisos de buen gobierno a los que nadie se puede negar. Pasar del “no a mi adversario” al “sí a mi rival, pero controlado”. Eso es la democracia.
La elección del Estado de México, en este sentido, debería de ser el laboratorio de la presidencial de 2012. Una elección en la que prevalezcan las ideas y seamos capaces de llegar a acuerdos mínimos que nos den, además de gobernabilidad, la certeza de que la civilidad, el interés común y el bienestar de la ciudadanía son más importantes que la lucha por el poder entre grupos que, a final de cuentas, en nada nos son diferentes.
No podemos permitir que el camino a la elección del 2012 se convierta en una pesadilla de acusaciones, encarcelamientos, videoescándalos y asesinatos. Estamos a tiempo de dignificar el ejercicio de la política, y este es el cambio que, desde su tercer lugar, puede lograr Bravo Mena como hombre de Estado. Dar una lección, primero, a su partido, y garantizar que, aunque no sea elegido como gobernador del Estado de México, sus proyectos serán implementados en beneficio de la sociedad entera en un clima de tranquilidad. Ganar votos con ideas, con proyectos, y no con globos aerostáticos, caravanas de autos y, mucho menos, con operativos policiacos transmitidos en cadena nacional. Por favor
*Editorialista de Excelsior
Así, los estrategas de campaña del antiguo embajador ante El Vaticano han decidido incrementar la preferencia electoral por su candidato con la invaluable ayuda de un globo aerostático y dos aviones ultraligeros, tal vez con la esperanza de que los jóvenes, ese colectivo tan proclive a los medios de transporte aéreo, se percaten de que no pueden sino acudir a las urnas y votar por el candidato que vieron por los aires. También, se detalla en notas de prensa, en algunos municipios los simpatizantes realizan una caravana de autos con la que invitan a la población a sumarse al proyecto de gobierno.
¿Se merece esto Luis Felipe Bravo Mena? ¿El apoyo regateado, la campaña con chaleco antibalas, la promoción como de feria de pueblo? Peor aún, ¿se merece uno de los políticos más congruentes, éticos, y comprometidos, la mera sospecha de la judicialización de las campañas, como con el caso de la detención de Hank Rhon?
Con el porcentaje de preferencias con el que cuenta Bravo Mena actualmente, tendría que ocurrir un verdadero milagro —o una debacle en los otros partidos— para que pudiera ser capaz de remontar a sus dos adversarios. Es demasiada distancia, es muy poco tiempo. Sería demasiado riesgoso. Sus propuestas de gobierno son difusas y generalistas. No parece haber manera de que, en condiciones normales de competencia, el PAN llegue al gobierno del Estado de México.
Y este es el quid de los problemas que atraviesa nuestra clase política. Llegar al gobierno se ha convertido en un fin en sí mismo, que no gobernar. Y la diferencia es abismal. ¿Para qué quieren llegar los partidos al poder? ¿Para solucionar los problemas de la sociedad desde la perspectiva ideológica de cada uno? ¿O más bien la contienda electoral se ha convertido en una búsqueda enfermiza de poder?
Bravo Mena tiene, desde su tercer lugar, una oportunidad de oro para efectivamente retomar la lucha de los pioneros panistas. Una oportunidad para triunfar, aun perdiendo, si lo que le interesa es buscar el interés de la ciudadanía, y para dar una lección invaluable en lo que se considera el laboratorio de 2012. Después del episodio de las alianzas fallidas con el PRD y que demostraron el lado más pragmático y oportunista del neopanismo, el PAN debería de retomar las banderas de buen gobierno y apego a los ideales que caracterizaron a sus fundadores. En política no se puede pretender ganarlo todo, y mucho menos hacerlo a cualquier costo. Ya lo vimos en 2006: el costo social es altísimo y no es sino generador de niveles de encono y separación que no podríamos volver a soportar.
Bravo Mena puede actuar como estadista, y pasar en sus propuestas del qué al cómo. Explicar, de manera detallada, cómo haría para aterrizar los seis puntos que propone —seguridad, trabajo, desarrollo social, salud, transporte y educación— y comprometer en ellos a sus adversarios para que, independientemente de quién sea el vencedor de la contienda, la ciudadanía salga ganando. Comprometer, también, a sus rivales, para establecer mecanismos de control y transparencia y verificar que la implementación de estas políticas sea real. Establecer candados a la corrupción y al dispendio. Actuar como el fiel de la balanza y obtener compromisos de buen gobierno a los que nadie se puede negar. Pasar del “no a mi adversario” al “sí a mi rival, pero controlado”. Eso es la democracia.
La elección del Estado de México, en este sentido, debería de ser el laboratorio de la presidencial de 2012. Una elección en la que prevalezcan las ideas y seamos capaces de llegar a acuerdos mínimos que nos den, además de gobernabilidad, la certeza de que la civilidad, el interés común y el bienestar de la ciudadanía son más importantes que la lucha por el poder entre grupos que, a final de cuentas, en nada nos son diferentes.
No podemos permitir que el camino a la elección del 2012 se convierta en una pesadilla de acusaciones, encarcelamientos, videoescándalos y asesinatos. Estamos a tiempo de dignificar el ejercicio de la política, y este es el cambio que, desde su tercer lugar, puede lograr Bravo Mena como hombre de Estado. Dar una lección, primero, a su partido, y garantizar que, aunque no sea elegido como gobernador del Estado de México, sus proyectos serán implementados en beneficio de la sociedad entera en un clima de tranquilidad. Ganar votos con ideas, con proyectos, y no con globos aerostáticos, caravanas de autos y, mucho menos, con operativos policiacos transmitidos en cadena nacional. Por favor
*Editorialista de Excelsior
pobre Bravo lo dejaron solo, pero su equipo decidio por el, ni modo, es un juanito de su equipo
ResponderEliminarpudo, claro que pudo, pero no qusieron
ResponderEliminarAqui lo que le falto a Felipe es un buen Asesor tiene todo,Ulises y Oscar te entregaron una exelente estructura si no la aprovechas tarde o temprano se te iran al Pri o al PRD
ResponderEliminarel segundo debate le fue bien a hora se empeña a no ganar..!hay que cuidar mucho esos detalles
ResponderEliminarEL ESTADO DE MÉXICO URGE UN CAMBIO ESPERO QUE ESTE ULTIMO DEBATE DEMUESTRE QUE VERDADERAMENTE ES UNBRAVO.
ResponderEliminaryO SOY BRAVO TU DEMUSTRALO TAMBIEN.
jajajajaja vas bien menciona a FOX y a Diego Fernandez de cevallos
ResponderEliminarun equipo pésimo + una mala estrategia= una derrota segura
ResponderEliminarEs un candidato sin arraigo que quiso usar la estrategia del jefe diego en el debate, pero nonle salió, y que buenon pork somos muchos los mexiquenses que no queremos màs gobiernos panistas.
ResponderEliminarPero tambien hay muchos ke si keremos los gobiernos panistas, y saben porke??????, porke no son tan corruptos como los priistas, ni muestran las cosas de color de rosa como lo hace actualemnte nuestro querido gobernador Enrique Peña, cree que como el vive su novela con su linda gaviota, quiere que todos los mexiquences seamos igual de ilusos. Abran los ojos caperucitas rojas.............
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